10 de abril de 2006

tan cerquita de aquí

Son imbéciles estos torturadores. Cada vez menos prácticos.

pues

Los cuentos, las tardes contigo. Los golpes ya no se sienten y me puedo acordar de todo.

Y les podría tratar de explicar como fue que te conocí, que te amé con melosos detalles en melosas tardes nubladas, o simples con sol meloso-hermoso como los que casi siempre son poetas desos de pelo largo. Como nos conocimos y como te fui amando hasta extremos tan desesperados. Pero a ellos no les importa y eso que yo les contaría todo; hasta que ha sido de ti y porque jamás te alcanzarán. Porque sobre todo (como me divertiría contando esto, viendo sus caras incrédulas y después liberadas porque, resulta, sólo querían ir a su casa), lo que no se dice.

Pero no les interesa escuchar todo y por eso no les voy a contar nada. Mucho menos lo que les importa. Que me muelan a golpes. Un día se van a cansar y me voy a levantar y me voy a ir caminando, mientras duermen cansados.

Mientras yo no les voy a sacar plática y eso ya lo deben saber. Y los debe estar preocupando. Nunca he sido buen conversador.

bottom-line olraigt

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