3 de febrero de 2009

volver a leer un libro, es como reencontrarse con un viejo amigo


ok, no es cierto. Nunca me ha gustado releer libros. Sólo lo hago cuando es absolutamente necesario. Tampoco me gusta terminarlos en un día, como a muchos les gusta presumir que son capaces. Así no se disfruta, es como acabarse un pedazo de pizza en 3 bocados. Releer libros se me hace una pérdida de tiempo, a pesar de lo que diga Oscar Wilde al respecto, que me tiene muy sin cuidado, maldito zoquete. Sin embargo, últimamente ha sido necesario releer ciertas cosas, absolutamente necesario, si no, no lo haría.

el primer libro que terminé fue Las Muertas, de Jorge Ibargüengoitia, cuando tenía como 10 años (bueno, la verdad, técnicamente, el primer libro que leí fue La Fuerza de Sheccid, a los 8, del impertérrito e ilustrísimo Carlos Cuauhtémoc Sánchez, pero eso no lo sabrá nunca nadie… fuck). Recuerdo que me gustó mucho, me sorprendió y me hizo reír, y que cuando se acabó me dejó en un total desasosiego; recuerdo también haberme quedado con la impresión de que había algo que no entendía totalmente, pero estaba demasiado orgulloso de haber leído un libro como para que eso me importara.

mis papás tenías dos o tres libros clásicos de las caricaturas de Mafalda, bien viejos y despastados que yo siempre estaba agarrando para leerlos y llenarlos de leche y galletas. Recuerdo vívidamente que no entendía casi ninguno de los chistes… sí, claro, al final de cada historieta me reía, pero era nada más por compromiso, y eso sí, siempre me decepcionaba que no estuviera a colores. No, en serio, ¿en que coño estaba pensando este, tal… Quino?, ¿Qué no sabe que en las caricaturas los colores lo son TODO? (Así es, desde muy temprana edad logré convertirme en un crítico mamón y snob).

el contexto social de esta caricatura es demasiado difícil de entender para un niño de 8 años, nótese, también, que no tiene colores

Hace algunos años que cada que voy a casa he retomado esos librotes para que me acompañen en el baño (uhm…) y ya, por fin, entendí que Felipito está claramente basado en mí, de los 6 años hasta los 23; ya pude entender la ironía y la alta carga política y de crítica social de que está llena la obra de este gran caricaturista argentino. En este caso, releer fue algo necesario y útil, así que me puse a considerar releer los libros de Ibargüengoitia que leí en mi niñez, muy a destiempo.

la primera vez que leí Los Pasos de López se me hizo como un recuento más detallado y muy irrespetuoso de toda la historia de la Independencia que ya había leído de manera más apegada a la verdad en los libros de texto gratuito durante toda la primaria. Ahora que lo releí pude notar que, en realidad, ese libro está seguramente mejor investigado que todos las obras de historia oficial juntas y que, fuera de los nombres, seguramente la trama que narra Jorge está mucho más apegada a la realidad. Además el humor aquí no es involuntario (El pípila… ¿de verdad?).

ahora también entiendo que es con la obra de Ibargüengoitia y no con el Fausto de Goethe o Cien Años de Soledad (o los dos primeros libros de José Agustín, si es que el maestro en turno es alternativo) con lo que los eternamente despistados profesores de literatura de todos los niveles, deberían tratar de introducir a sus indefensos alumnos al maravilloso mundo de la lectura (ok, teamback, ¿quién dejó entrar al lenguaje oficial?).

ahora le toca a Las Muertas, la vaca sagrada, y estoy nervioso por averiguar que le descubro ahora. Tal vez que es una mierda. No es cierto.

fuera de esos, el único otro libro que siento que tengo que releer es el Guardián del Vergel, que leí el año pasado medio dormido en combis y camiones y al que sí, de verdad, no le entendí nada en lo absoluto. Se me pasaron por alto completamente detalles importantísimos de la trama de los que no me fui enterando hasta que leí las reseñas en Internet (en descargo mío, Cormac MacCarthy es famoso por redactar de manera muy extraña, confusa e indescifrable, casi sin usar comas y durante conversaciones entre personajes jamás avisar que dos personajes están conversando, ni quienes están conversando, ni de que demonios están conversando), pero el libro me pareció, no sé… digo, no lo entendí, me sentí como el 50% de la población de México (un analfabeta funcional), pero es como contemplar una pintura. Bueno, estas próximas vacaciones, ya tengo preparado el Soundtrack perfecto de canciones de Johnny Cash para releerlo y, ahora sí, saber porque demonios me gustó.

pero la verdad creo que no creo que se deban releer los libros. Siento que uno se está perdiendo de tantos otros libros que esperan ser leídos y yo me niego terminantemente a hacerlo. A menos que sea un caso de vida o muerte como los que acabo de describir o, claro, El Principito. Ese sí lo he leído como 10 veces.