10 de abril de 2010

las cosas que yo sueño siempre terminan mal

estacioné el coche y entré a la casa. La cerradura estaba más dura que de costumbre pero fuera de eso abrí sin problemas, sin embargo ese detalle me molestó, no podía dejar de sentir algo extraño. Ya una vez dentro y sumergido en la total penumbra (o penumbra total), el sentimiento raro se incrementó. No veía nada, sí, pero aún así no me abandonaba la sensación de estar en un lugar extraño, que en realidad no era mi casa, si no otro lado.

avancé y pise un charco, no de agua, si no de sangre. Lo reconocí porque la consistencia de la sangre es diferente a la del agua. Palpé con la mano y comprobé que estaba en lo correcto. Mi perro se murió, alguien lo asesinó, pensé con certeza. Sabía que mi perro tenía varios enemigos en toda la cuadra, desde gatos hasta otros perros y vecinos humanos que varias veces habían soñado con dejarle un pedazo de carne envenenado en la calle. Una vez una de las otras inquilinas del edificio fue a reclamarme porque mi perro había preñado a su perra de apenas dos años. Le exigí pruebas y me mostró a los cachorritos: no había nada más que decir, el parentezco era innegable. Pero no podía hacer nada, la responsabilidad de los cachorritos era la suya y de todos modos perro no quería saber nada al respecto, nada más se paseaba por la puerta con aire triunfal y desinteresado, como es él siempre. ¿Quién lo había matado?, no podía pensar en eso ahorita, seguí sintiendo que no estaba en mi casa y cada vez más dejaba de saber en donde estaba para sentirme un extraño ahí.

la verdadera sorpresa me la llevé cuando llegué al cuarto. Ahí estaba mi esposa acostada con un amigo. Prendí la luz y estaban los dos medio arropados por las sábanas, nomás mirándome, estúpefactos. Yo, más por pena que por rabia o por no saber en realidad que hacer cerré la puerta de inmediato. Después de un rato mi amigo salió sin despedirse, todavía abotonándose la camisa y balbuceando unas disculpas imbéciles sobre que había sido un accidente y que se yo más.

el problema es que, aunque estaba en este lugar que me evocaba sensaciones muy familiares, yo no recordaba tener una vida tan burguesa, ni recordaba realmente que esa fuera mi casa y ese mi perro asesinado y aquella mi esposa. Era como si me hubiera dormido un día y me hubiera despertado al siguiente con perro, esposa, coche (yo ni siquiera sé manejar) y trabajo de 9 a 6.

Luisa no salía del cuarto así que subí a mi coche y fui a buscar un psiquiatra que pudiera explicarme que estaba pasando, o por lo menos darme unas pastillas.

"estás soñando", me explicó con impaciencia, "tus sueños y mis problemas maritales no son reales (el tenía también un matrimonio infeliz, resulta, como todos), tu perro asesinado por deudas de honor no es real, tampoco la mujer de la que no estabas enamorado y que te puso el cuerno con tu mejor amigo es real (tú no tienes amigos), estás soñando y no puedes despertar"

quise prender y apagar la luz. No pude. Tenía Razón.

"eso explica todo"

dije muy poco convencido.

"eso no explica nada", dijo, poniéndose de un humor cada vez más sombrío y yo empecé a temer que se pusiera a llorar, reclamándome que no fuera real pero su sufrimiento sí, como hacen todos los personajes imaginarios que fingen estar conscientes de su existencia y cuando notan que esta no es real, si no que son un producto de tu imaginación, hacen un drama insoportable. Demasiado para alguien que no existe.

"los sueños son peligrosos, los sueños donde te engaña tu esposa más, porque puedes despertar y despertar con el corazón roto"

él hablaba y hablaba, mientras yo en lo único en lo que pensaba era en que por qué demonios, si esto era un sueño, no podía volar, o imaginarme una súper modelo e ir al cine con ella, después a un café y después a su casa a hacer el amor.

me salí del consultorio, eran las 2 de la mañana en mi sueño y en el mundo real. El Psiquiatra había empezado a llorar, como lo preví y ahora salía a toda prisa del consultorio a reclamarme el pago de la consulta. Yo corrí y corrí para ver si podía volar y así escapar de mis deudas de dinero, porque me había salido sin dinero de la casa.

nunca podría despertar

***

es obvio que sí desperté, por eso estoy escribiendo esto, ese final sólo lo agregué porque pensé que sería literario, bien literario en realidad. No me gustó mucho ese final, la verdad.

tampoco recuerdo haber soñado eso, la realidad es que muy rara vez recuerdo mis sueños, pero me imagino que si soñara soñaría cosas así.