9 de abril de 2010

sueños, parte uno

debería ser un trovador. Para nadie es un secreto ya que mi sueño siempre había sido ser defensa central del Fullham, o del Blackburn Rovers. O receptor abierto de los Bengalíes de Cincinnati. Pero todo eso cambio, ahora mi único sueño es ella, es ella y poder escribirle poesía, cartas de amor y trágicas obras de teatro, extrañarla cuando alcance la fama, extrañarla ahorita, sufrir de amor como se hacen que sufren los poetas para conquistar fans ingenuas en las librerías, en las clases de literatura de la prepa o de la Universidad, pinches rockstars.

empecé a beber cuando empecé a leer a Bukowski; lo leí y resultaba ahora que quería ser escritor y como Bukowski en sus cuentos siempre está bebiendo creí que eso me ayudaría; pero no ayudó demasiado. Como que le falta violencia a mi vida, no me refiero tanto a violencia física: peleas, insultos en la calle, si no a otra cosa, intangible; como vivir siempre en estado de ruina permanente, de ruinas de murallas arrasadas de ciudades de la antigüedad (todos hemos leído esas historias de las guerras medievales y de la Edad de Hierro y Bronce ¿no?: “y entonces, para aterrorizar a los habitantes de Tebas, el general Lucio Flavio ordenó que se decapitara a los prisioneros y sus cabezas mutiladas se aventaran con Catapulta por sobre las murallas…que se rindieron de inmediato y entonces la ciudad fue arrasada y sus habitantes mutilados y los sobrevivientes vendidos en los mercados de Nápoles como esclavos…”, algo así).

y tuve muchos trabajos yo también, igual que Bukowski, y a mi también casi ninguno me gustaba, pero eso tampoco te asegura nada. La mayoría de la gente tiene trabajos que detesta y no por eso son grandes escritores. La mayoría no son ni siquiera escritores mediocres. Es más, la mayoría ni siquiera escribe nada y es mejor así, porque cuando escriben lo hacen desastrosamente; con ridículas faltas de ortografía, para empezar. La contaminación visual de la ciudad está impresentable últimamente: los espectaculares, las bardas pintadas, los anuncios de los camiones y de las combis están ausentes de acentos, de sintaxis, de todo, maldición.

por ejemplo, uno de los trabajos que sí disfrute fue una vez que durante 4 meses fui “viene, viene” de un restaurante de Mariscos durante los fines de semana: cuidaba los coches y les indicaba donde estacionarlos. Monopolizaba la calle y los vecinos, casi todos, sin excepción, me detestaban. Y yo los detestaba a ellos también. Pero los entendía, probablemente yo en su lugar también hubiera odiado al “viene, viene” que les quitaba la calle y los lugares donde si hubieran tenido coche lo hubieran estacionado. Pero era, creo, buen “viene, viene”, me daban buenas propinas y los dueños me trataban bien y además me pagaban un sueldo, pero me decían que no le dijera a nadie porque entonces no me iban a dar propinas.

y mi trabajo de ahora me gusta, pero lo malo es que ya nunca podré ser defensa central del Málaga, del Fullham o del Blackburn Rovers y de ahí dar el salto a uno de los grandes de Europa, el Barcelona de preferencia y ganar con ellos la liga, el clásico en el Bernabeú, todas esas cosas que uno de niño ni imagina, que uno imagina ya hasta que es adulto y viendo el fútbol regresa a la infancia pero ya con más experiencia y a sus sueños puede agregarles rutas para llegar a Europa, porcentajes de traspaso, opiniones de la crítica especializada en ESPN y cosas así.