19 de marzo de 2011

Otro Planeta

no sé nada de sus proyectos, ni de sus sueños, ni de su dieta, allá, del otro lado del atlántico, en otro planeta o en una ciudad que está a más de 500 kilómetros de aquí atravesando un desierto. Da igual en realidad; estoy totalmente incomunicado con lo que siente cuando despierta; bien podría ser que viviera en otra dimenión, una paralela a esta y que tuviera los ojos de otro color. Bien pudiera ser que nunca la hubiera conocido ni le gustara Calamaro ni Muse ni los Yeah Yeah Yeahs, ni hablarme en la madrugada para recordar los dos o tres momentos que vivimos juntos que nos gusta recordar, durante los 8 días (más o menos, no continuos) que nos vimos para besarnos, querernos y jugar al amor como si nos acabaramos de encontrar en la playa.

sería, en realidad, mucho más lógico que esta realidad donde le gusto yo y le gusta Calamaro, Muse y los Yeah Yeah Yeahs y nos vimos 8 días en bares o adentro y afuera de su casa. De esas veces que te sorprendes de ver a alguien pero en realidad no porque ya la esperabas, y acababas harto de tantos besos, tantos besos que nos acababamos dando para un amor tan imposible.

pero es que allá, del otro lado del atlántico, hablan un idioma extraño. Cuando viene y habla español lo hace con un acento raro, como de gringa (Con el tiempo, en las combis dejaron de verla como una forastera por sus ojos verdes y la aceptaron como una más de ellos, sólo que con la piel más blanca y bronceada, las manos menos resecas y coarteadas y unos ojos verdes claros, generalmente alegres y juguetones pero que, si, como yo, te les quedabas viendo más tiempo -mucho tiempo-, los descubrías en realidad indescifrables, si acaso tristes).

***

yo no tendría ningún problema con vivir, por ejemplo, en Gliese 581-G, el nuevo planeta con una diminuta franja en su meridiano 0, supuestamente habitable, que descubrieron ellos hace unos meses. No son pocas las veces que me aburro en esta silla, frente a esta computadora, cuando mis fantasmas me abandonan. Tan crueles; saben que sin ellos no puedo escribir, ni leer, ni ver una película ni disfrutar la más grande de las borracherasy se largan, así como así. Así que entonces, yo me largo a otro planeta. Ese es el plan por lo menos, hasta que vuelven y en la mano no traen cervezas, si no un vaso de agua o un plato de leche y galletas.

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