10 de enero de 2008

Ronaldinho y Deco, GTA, Monterrey

bebé.

ya estoy harto, ya estoy hasta la madre.

son párrafos, sólo escribir y morirse después, pero escribir por horas, por días, por semanas sin comer, harto de inspiración, para morirse de hambre y tratar de evitar morirse de nada.

morir de amor, morir de cólera, morir de olvido, de tu silencio, morir de olvido, morirse nada más así.

como siempre, te vas a reír de algo tonto que diga yo. No soy yo el que está acá, ni el que para siempre te va a esperar, es un tío que se niega a olvidar, que habla con acento español, que se calla cuando quiere, que está convencido de que no soy yo.

o evitar ser todo, evitar las manos menudas escribiendo sobre el teclado y la chamarra gris, sucia, demasiado dura, que apesta a cigarro, a alcohol barato (tú sabes de cual me gusta), a muchos perfumes, a mota, a bombones (¿es cursi?), que me quita el frío. A veces, evitar recordarte, evitarte.

morirnos de frío, he ahí una idea que podemos compartir abrazados, callados y después largarnos. Que olvidarnos va a ser ya no caminar por el centro del pueblo y que todos nos vean, que nos miren agarrados de la mano, tan bonitos, tan infantiles, tan enamorados, tan adolescentes cuando estábamos más o menos solos

y perdernos, largarnos a otro lado, que los viejos dejen de tenernos envidia, que los cínicos dejen de dudar de sí mismos, que sepan que sí, que es imposible, que tenían razón, que nadie se puede querer tanto… ja, “para siempre”, patrañas, cosas de niños, de tontos. Los besos cansan, da sed, estar desnudos tanto tiempo nos puede enfermar, por mucho que compartamos las sábanas, los brazos, el corazón, las manos, mi niña los labios, todo eso.

Nosotros no ganamos; es que parecemos idiotas, los románticos nunca ganan. Pero no se está en esto para ganar, eso es para las estadísticas, para los matemáticos, los docentes, los que buscan verdades absolutas, los que se rieron de nosotros y ahora se ríen otra vez; los que no saben nada.