14 de enero de 2008

la niña berrinchuda de Zara

me imagino que alguien está loco. Está loco y se enamora, claro. O se enamora primero. De cualquier manera, se vuelve loco. Me imagino, que para volverse loco debió planear, primero, enamorarse, ser irreverente, arrastrar las palabras y las frases sin decir nada, como un borracho, hasta llegar inevitablemente a ti,

me imagino que primero estuvo buscando incansablemente una “línea narrativa” para su vida, pero no encontró ninguna que le gustara y por eso decidió enloquecer, para que por lo menos su vida, si aburrida e incomprensible confinada a la estrechez de un manicomio, fuera a prueba de críticos (yo, por ejemplo, tengo la teoría de que la mitad del éxito que tienen las ganadoras de la Palma de Oro en Cannes con su jurado de estrellas e izquierdosos es porque ninguno de ellos quiere aparecer pendejo).

me imagino que ayer soñé con una niña hermosa, de no más de digamos, 16 años. De piel blanca, ojos azules y claros, casi de agua, gigantescos. No tan grandes como los de una caricatura japonesa pero si bastante grandes, acuosos. Tenía unos senos como bolitas, firmes y muy bonitos que nunca me atreví a tocar cuando se quitaba el sostén frente a mí, en su cuarto. A veces, bajo cierta luz, el cabello se le veía naranja y sus ojos entonces eran verdes y más bonitos, pero no dejaban de tener esa apariencia como de agua. Lo extraño, y lo que viene a continuación es muy absurdo, es que era una espía entrenada en muchas artes marciales que se ponía a llorar inconsolablemente cada vez que una misión se le salía de control, y que durante el transcurso de la noche, fueron casi todas. Empezaba a sollozar y hacer berrinche que te rompía el corazón sin remedio al mismo tiempo que te hacía encabronar, porque casi siempre esos inoportunos episodios de histeria sucedían en medio de una batalla campal con enemigos que estaban vestidos, muy apropiadamente, como ninjas. Y es que en ese caso el que tenía que controlar la situación y salvar el mundo era yo, carajo. Después me enteraba, en el bar, con el alcohol en la cabeza y después desnudos, mientras nos empezaba la cruda, que era una agente novata, que apenas empezaba en esto, me pedía que la perdonara y como no, que era empezar a comernos a besos y entonces, en ese momento, su sabor me parecía tan conocido y real que era una cosa horrible saber que todo era un sueño.

es uno de los sueños más entretenidos que he tenido y que más he odiado tener que despertar, porque a veces me acuerdo de una niña que vi hace poco y me dan unas ganas de llorar. Me acuerdo de sus senos firmes de bolita, de su trasero más bien pequeño, de sus ojos de colores y de su cabello lleno de mechones dizque punk y me dan ganas de haberme enamorado de ella antes, mientras escuchábamos sus discos de punk fresa y mis canciones de banda y se iba haciendo cada vez más de mí (de mí, es decir de lo que soy o mejor dicho, lo que ha venido quedando) con una seguridad tan increíble y una expresión tan de que me importa.

‘cause I’m out of your league.