23 de julio de 2008

A)

No quisiera quererte,
pero cuanto te quiero


Calamaro – Me Pierdo


“Está bien triste”, dijo, como si hablara de ti,

“Estábamos tirados los cuatro en la arena, o en el pasto, no sé, pero lo que sí era seguro”, dijo Neto, como si estuviera segurísimo (éramos más de 4), “aham… es que estábamos mirando las estrellas, y nos sentíamos, bueno, yo me sentía, como si estuviéramos soñando”, terminó de comentar la escena, a la perfección,

“¿vas a estar triste toda la vida?”, me preguntaste, con cierto orgullo,

“Está muy, muy seria, considerando que es una película de súper héroes”, continuó el otro, drogadísimo, comiéndose un enunciado entero, como si siguiera hablando de ti.

me agarraste de la mano y me llevaste lejos de ahí (ni tanto, por decir, nomás), a mirar un acantilado.


“Aquí es donde se tiraron los enamorados, 4 veces, y las 4 veces sobrevivieron” (me acuerdo en ese momento de Muertos, una canción hermosa de Los Piratas),

“Estábamos tirados sintiendo la hierba, o la arena, y el río o el mar, meterse y mojarnos la ropa, la piel y los labios, luego los enamorados se empezaron a besar empapados, riéndose luego, cuando salían del agua y todo se convertía en lodo a sus pies” Escuchamos a Ernesto decir a la distancia, él, pedísimo. Y le dio un trago a la botella de Vodka triste, triste, su cara, patética, hinchada y ebria como una canción Ranchera, para ser más exactos, como esa canción de Chente que nos acompañaba en el fondo Por presumir, a mis amigos les conté/ que en el Amor ninguna pena me aniquila/ que pa’ probarles, de tus besos me olvidé--

me aburrí de mirar el acantilado contigo y me dediqué mejor a mirar las estrellas mientras me contabas la historia de los enamorados que se habían querido matar 4 veces y habían fracasado siempre, a detalle.

“¿Y si nos tratamos de matar tu y yo?”, propusiste,

“Ya no te quiero”, mentí, temiendo por mi vida (No había encontrado ninguna constelación que enseñarte, y me sentía desolado),

“Ah”, dijiste elocuentemente,


“Como dos locos”, dije yo, crípticamente. Nomás para ver que decías, para ver si me mirabas, pero claro que nada más te reíste y gritaste acompañando la canción ranchera mientras te levantabas y me dejabas ahí solo, fingiendo perfectamente que te valía madre y yo fingí perfectamente que me valías madre; que te fueras, es más, “¿por qué no te vas?, ¿a qué viniste?, yo ni te invité, nomás me vas a hacer llorar ahorita que esté bien pedo”, me pregunté, intrigado de verdad, lleno de rabia, creyéndome que de verdad quería que te fueras y riéndome luego de mi agresiva estupidez--