21 de mayo de 2010

verdades y cosas así

tengo la playera de Argentina tirada en la esquina de mi cuarto, está llena de sangre y mañana la voy a llevar a la oficina para decorar la pared, para que la señora enfadosa que siempre va a decirnos que tenemos hecho una porquería de oficina se escandalice aún más cuando vea el rastro que siguió la sangre de mi nariz al piso. Asqueroso, pero no sé, estos días traemos unas ganas insoportables de provocar y de burlarnos de todas las vacas sagradas, menos da las moribundas, como Luis Miguel o Gustavo Cerati; de escupirle en la cara a la injusticia y yo en lo particular de perder los dientes, la simetría de mi cara o la retina ante la más ridícula de las exigencias, (me siento un che Guevara), de leer Rayuela exclusivamente en la combi, en el baño o muy en secreto en mi cuarto, y sólo leer El Libro Vaquero en público; no vayan a creer que, no sé, y yo que siempre me creo lo que los demás me creen.

crisis existenciales, DC sleeps alone tonight. Sí, ya sé, aquí me la paso presumiendo que leo Rayuela, pero ustedes, a excepción de algunas excepciones, lectores de mi blog, no son personas reales (es decir, aunque lo sean, yo no los considero personas reales)

es la hora de las confesiones:

1.- por ejemplo, ella decía que yo le gustaba mucho porque a diferencia de los demás hombres yo no trataba de separarme durante la noche cuando dormíamos juntos, cuando en realidad ni dormía de lo incómodo que estaba y si no me separaba de ella era más bien por que me daba pena que se despertara mientras lo hacía; no porque la quisiera mucho o me encantara dormir abrazados. Al final me acababa durmiendo de cansancio las últimas dos horas de la madrugada pero tenía que reponer mis energías durante los trayectos de combi o de camión o en la clase más aburrida de todas que casi siempre es la de derecho. Esto dice mucho de mí, uhm...

2.- le he dicho que, apenas me fui de su casa me arrepentí de haberla dejado, pero que no quise volver porque las razones que le había dado, a pesar de todo el amor que sentía por ella, seguían siendo ciertas y se sostenían ante cualquier otra fantasía: su pelo y el color de sus ojos y el hecho de que, con un carajo, a ella, maldita sea, le encantaba besarme y morderme la oreja. Cuando la verdad es que sí me arrepentí de inmediato de haberme largado tan así como así, pero si no volví de inmediato a pedirle perdón y reconocer mi error fue más por orgullo y por la pena de verme como un imbécil diciéndole, “oye, este... mira qué”, que por la fuerza de mi convicción. Preferí alejarme y dejarla ir a otro planeta antes que hacer nada. En retrospectiva creo que fue la mejor decisión que he tomado en mi vida por el bien de alguien; es el momento en que menos egoísta he sido, sé que lo último que necesitaba era estar con la persona que era yo entonces, pero no dejo de arrepentirme casi diario o por lo menos cuando me acuerdo. Algo raro en verdad, ¿qué ambivalencia no?, o no; no sé, no sé

3.- no es tanto una cuestión de auto preservación como dije al principio, como de que no quiero odiarte; y no tanto por eso que dicen de que el odio envenena el alma y te destruye, si no porque sé que mi odio te importaría tan poco que no sé si mi orgullo sería capaz de soportarlo y yo lo detesto tanto en realidad cuando jode, tanto que jode.

4.- cuando era niño, mi mamá me obligaba a decirle a mi papá y a mis hermanos que le iba al américa para molestarlos muy cómicamente (no sabía el trauma que me estaba provocando, al día de hoy no puedo ser amigo sincero de ningún americanista y en el fondo, no le he perdonado a la cocreadora de mis días esa falta retrospectiva a mis principios). Y me gustaba mucho el himno del américa.

5.- es humillante que te muelan la nariz a madrazos frente a tanta multitud.

6.- me enamoro de la primer mujer bonita que me preste un poco de atención. Como Joel. Esto no es ni invitación ni advertencia, sólo una prueba más de lo mucho que me encanta identificarme con los personajes de las películas; pero es que también es cierto.

***

necesito pensar que mañana necesito entregar la tarea y entonces escupo las palabras como si estuviera hablando de algo interesante, es decir, a gran velocidad y con marcados tartamudeos y manoteos desesperados. Mientras, la melodía dulce (pero no dulce como el jugo de naranja o la boca del amor eterno en turno, sino dulce más bien como un gansito) de la canción transmitida por alguna estación comercial en el fondo.