11 de julio de 2010

John Krasinski marries Emily Blunt

You don't have to cook for me
You don't have to laugh with me
You just have to love me till the sun shines

The Kinks

como un bote no amarrado, como un libro no empezado, o apenas empezado y arrumbado en la última fila del librero, tan útil como un pisapapeles o un abrecartas en esta era digital, así me siento ahora mismo, como un simple recuerdo: tan inútil como el desamor, pero menos delicioso, menos que una cerveza un día de calor de verano.

sabemos que nos gusta la madrugada, si supiéramos manejar andaríamos dando vueltas por la ciudad con cerveza en la guantera, en el piso y en la cajuela, mirando las estrellas mientras a nuestro alrededor todos los carriles están vacíos. Pero no, decidimos olvidarnos, como si no fuéramos ridículamente inolvidables. Pero ese es el riesgo que uno corre cuando vive siempre jugándosela a la épica en esto del amor, como si las únicas opciones que valieran la pena fueran el amor eterno o el desastre; somos incapaces de conformarnos con la aburrida costumbre de vernos la cara diario pero ya no amarnos, estar juntos nada más porque a nuestro alrededor las cosas están muy ordenadas y limpias: la casa, en general muy bonita, la cocina integral como para presumírsela a los vecinos, esos pedantes con sus perros que nos ensucian la cochera.

pero a decir verdad, no sé cuanto tiempo podamos seguir huyendo así, fugitivos de lo inevitable. Llegará el momento en el que tendremos que conformarnos y lo único que nos quedará será caer en ese abismo de la predictibilidad, con ese final tan aburrido y anticlimático; ya no más enamorarnos de Paola Núñez, Emily Blunt o Charlotte Gainsbourg, o de tus franceses despeinados; y más bien no enamorarnos: vivir un “amor” lleno de trámites y lugares comunes como una docena de Rosas de Castilla, las caminatas por el parque, el cine, las comidas con los suegros y tus tíos (tanto miedo que le tengo a la gente adulta); ya no más poesía, se acabará Benedetti en las noches de incertidumbre, ya no tendremos para qué citar los capítulos 7 y 93 de Rayuela - Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado- que se vayan al olvido o al carajo todos los que hacen arte como verdaderos locos, apasionados; no, ahora todo tendrá que tener sentido, como una nota del banco, tendremos a la academia o bailando por un sueño los domingos, que ir al cine a ver películas para niños y dejar de ir a ver las de arte que nadie entiende

ya no más hacer el ridículo en los bares, hasta la madre de cerveza y recuerdos de ojos grandes; escuchando y re escuchando a esos cantantes argentinos despeinados y a Sabina...