1 de agosto de 2010

cuando camino por el centro de Morelia, como a las 4

soy un lugar común, me han dicho.

Oye, ¿puedo ser tu lugar común?, a donde llegues cuando ya no tengas botana, fruta para el desayuno, fermentados para la madrugada...

¿qué haríamos si no tuviéramos héroes como Rambo o Emiliano Zapata en quien confiar?

nos tendríamos nada más a nosotros mismos. Maldita sea.

por eso creo que la historia oficial, esas mentiras tan cándidas, son tan necesarias, necesitamos héroes en quien creer; pero los héroes no existen, ¿entonces por qué no inventarlos?.

yo me invento tantas cosas diario, a ella la imagino, la reinvento y luego reinvento unas canciones, las tarareo en mi cabeza y así voy por la calle, doblando esquinas entre multitudes mientras a mi alrededor todo se desintegra y luego se vuelve a reintegrar: el tráfico, los coches que esperan a que se ponga en verde un semáforo para luego ser reemplazados por otros, las campanadas de la iglesia suenan cada hora, y mientras todo esto pasa yo sólo estoy imaginando cosas. Por ejemplo, que un día, a todos se les olvide prender los semáforos y los agentes de tránsito se declaren en huelga, que en las oficinas decidan no escribir los oficios ni enviar las circulares, dejar la puerta abierta en sus casas al salir.

no importa con quien esté, yo siempre estoy solo y eso es algo que luego no entienden los demás. No es pedantería, es que en realidad no lo entienden, esperan de mi que, no sé, detenga el tráfico, que camine a su ritmo, que escuche sus conversaciones y a veces sí, a veces escucho; las voces tienen una cadencia muy peculiar, las personas tienen olores casi siempre agradables (a mi me han dicho que huelo a "guardado"), las caras que hace una cara que me gusta casi nunca se me olvidan.

a veces, sólo muy pocas veces, las recuerdo y me da nostalgia, una nostalgia como asfixiante, sustituta de otra cosa.