16 de febrero de 2011

Continuaciones y el francés

no suelo hacer continuaciones tipo Hollywood porque, como ya se habrán podido dar cuenta, yo me tengo en mucha más estima que eso; me creo tanto que casi todas las noches sueño que estoy en París comiendo croissants, tomando café, fumando (en la vida real no sé fumar) y escribiendo cualquier tontería, pero en francés.

pero es que siempre, tarde o temprano, hay que hacer alguna secuela, ceder ante ellos: ante los demás, ante el gusto del populacho y hacer la continuación de… lo que sea, pero les pido por favor que no me juzguen tan feo, como si fuera un Michael Bay o un Brett Ratner cualquiera; estoy seguro de que Shakespeare, Jean Austen, Dickens, Gabriel García Márquez, Cortázar y demás vacas sagradas que ahora meto arbitrariamente en el mismo costal porque se me da la gana, alguna vez hicieron una segunda parte ¿No?... Bueno, hagan a Shakespeare nacer en este siglo y seguro hace una segunda parte de Romeo y Julieta y de Hamlet y sobre todo de Otello. Yo leería una continuación de Otello.

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Parte II

mientras caminaba por el centro iba pensando, entre otras cosas:

…insisto que no sé… que se yo, no sé hacer poesía, no sé ser romántico y creo que no sé enamorarme; no sé regalar flores y siempre hago estos ridículos cuando estoy al teléfono…

¿pero si supiera francés podría hacer que ella se enamorara de mí?, por experiencia propia sé que cualquier cosa dicha en francés adquiere una dignidad enorme, independiente de su significado. Yo soy capaz de soportar cualquier bodrio en el cine si está hablado en francés. De escuchar cualquier canción y disfrutarla, hasta las de Edith Piaf, si están cantadas en francés. Una de mis películas favoritas, Pacto con Lobos trata sobre un monstruo horrible que acecha la campiña francesa durante el siglo XVI, y los esfuerzos que hacen un ilustrado investigador de la capital y su asistente (un indio Cherokee que además de ser un indio Cherokee y tener todos los superpoderes asociados con dicha denominación en las películas -tatuajes, lectura de auras, sabiduría infinita-, es experto en artes marciales asiáticas) por descubrir su verdadera naturaleza y destruirlo; estoy seguro que sólo la soporto y me gusta tanto por el idioma en el que está hablada.

esto, lo sé muy bien, puede ser un cliché grandísimo, sí. Soy consciente de que París nunca me importó demasiado hasta el día en que desperté y me descubrí enamorado, ensimismado con unos ojos negros de los que nada sé y tal vez nada quiero saber. Lo peor fue cuando, semanas después, me entraron unas ansias ridículas de convertirme en escritor: mire de frente mi aburrido trabajo de oficina y sentí un infinito desprecio por aquellos cubículos… Quise entonces ser escritor e irme a París a ser escritor allá. Sé que nadie me tomaría en serio si soy un escritor en Morelia. Nadie. Es mucho más fácil soportar la pobreza inherente asociada a ese trabajo si vives en París o en cualquier lugar de Francia. Y es que a los franceses se les perdona todo, ni siquiera por ser uno de los países más racistas de la tierra y contar con unos barrios periféricos a sus grandes ciudades que nada le piden a las favelas, dejan de ser sinónimo de igualdad, arte, cultura… el Museo del Louvre… amor, películas de amor, idealismo, utopía, Mayo del 68, Víctor Hugo, el genio militar de Napoleón… cine de Arte (en lo personal, prefiero sus películas de acción, de zombies, de monstruos devorahombres que habitan la campiña francesa).

pero cliché y todo, qué se le hace, las secuelas están llenas de clichés y no estoy por encima de eso. A veces soy tan mundano y lo disfruto mucho. Pero… ¿si fuera un escritor en París podría hacer que ella se enamorara de mí?… que me tomara en serio más allá de unos besos prestados que siempre son de despedida.

(es tan peligroso ser un soñador a veces. Hay que tener cuidado si lo son, y si no hay que tener cuidado con ellos… nostros, quise decir)

epílogo:

los trabajos de oficina son terribles para una persona como yo. Sacar cuentas, tener las plumas bien ordenaditas, hacer oficios, más cuentas… insoportable. Pero la verdad ni siquiera quiero ser escritor, sólo me entró esa duda, ya lo dije creo: viviendo en París, bajando al café a cenar con mis amigos los otros artistas franceses (así sean meseros o lavacoches o burócratas en la realidad, nadie se va a enterar) y escribiendo cualquier tontería cursi, mal echa y todo y etc., pero...

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me puse a revisar el blog y me di cuenta que me la paso haciendo secuelas, pero bueno, como casi siempre sucede con los errores, grandes o pequeños, ya, en este momento es demasiado tarde para corregirlo.