¿recordará la tarde nada lluviosa ni especialmente asoleada o nublada, de clima más bien templado y nada excepcional, en que nos conocimos?
por eso no me le acerqué ni le dije nada ese día que, muy cambiada, la vi caminando mirando los nombres de las calles, tan perdida y decidida a ignorarme aún así estuviera a su costado caminando como cuando caminábamos juntitos de la mano (no era para enojarme, ella simplemente es así: muy distraída, y esa es una de las tantas razones por las que me enamoré de ella, después de mucho conocerla y tomar café tras café, cerveza tras cerveza, largos viajes de camión y caminatas cualquiera, comunes y corrientes, juntos... de escuchar una tras otra sus muchas canciones favoritas y soportar tantas noches sus berrinches y enojos, a veces muy justificados a veces tan inexplicables pero tan fríamente calculados. Era una niña, sí, pero una niña bonita con un plan perfecto y creo que al final, todo lo demás y esa inteligencia suya, tan contrastante con sus pucheros, fueron lo que me atrapó, me terminó de convencer y, hasta un día como hoy y cualquier otro, me hacen perdonarle estos flagrantes olvidos).