1 de marzo de 2011

Sobre Walmart La Huerta y Bodega Aurrera Camelinas

Infomercial

vivir solo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, entre las cosas buenas están el tener la libertad de salirte y regresar a la hora quieras. Entre las malas, tener que limpiar con cierta frecuencia tu cuarto, y no limpiar con cierta frecuencia tu cuarto y entonces encontrar cucarachas o arañas viviendo entre tus pertenencias preferidas. Pero de todas las cosas, la que más disfruto, por mucho, es hacer el súper.

y para hacer el súper, no conozco dos mejores lugares que Wal-Mart La Huerta y Bodega Aurrera Camelinas: ambas tiendas son maravillosas y me ponen de buen humor siempre que voy.

sobre todo en Wal-Mart La Huerta, me encanta pasear y pasear y pasear con mi carrito por los múltiples pasillos de la tienda, con unas ganas que no te digo de comprarlo todo. En Bodega Aurrera Camelinas me pasa lo mismo, pero no tanto.

ahora, ciertas teorías conspiracionistas (¿o conspiratorias?, ¿cómo maldita sea escribo eso?), hablan de que en estas gigantescas tiendas de autoservicio se utilizan algunas tácticas manipuladoras y hasta se filtran ciertas sustancias químicas en el aire para hacerte sentir una ligera, apenas perceptible sensación de euforia que, por default, hará que termines comprando más; hasta cosas superflúas que ni siquiera tenías planeado comprar. Dicen, también, que los constantes cambios que hacen en el acomodo de los productos (tu sabes, un día compras el pan en el pasillo 5 de la sección de alimentos y en dos semanas te lo cambiaron todo y donde estaba el pan bimbo ahora están las alcachofas) obedecen no a razones de organización y eficiencia, si no que pretenden confundirte para que des más vueltas sin sentido por los pasillos, veas más productos e inevitablemente gastes más: Pues en caso de ser cierto, quiero decirles que muchas felicidades. En mí por lo menos, estas rumoradas tácticas, marcadamente malignas y de terribles implicaciones del tipo moral y ético, han tenido un éxito tremendo. Siempre acabo comprando pendejada y media que no sabía que necesitaba, ni siquiera que quería, pero que ya tengo en mi bolsa y voy cargando en este momento en la combi de camino a mi casa.



desde que vivía en el D.F. y en Guadalajara me ha gustado ir al súper a perder el tiempo. Y mucho más solo. Siempre que alguien de mis roomies insistía en acompañarme (en marcada contra de mi voluntad), dicha persona acababa desesperada por mi constante vagar a través de los interminables pasillos: de los elotes enlatados ahorita, de la leche luego, después media hora sentado leyendo revistas y ya de regreso a la leche porque se me olvido que yo quería comprar pan dulce, tal vez donas y… ¡sí!, tienes toda la razón: ¿si quiero pan dulce, qué carajos hago yo aquí en la leche?, ¡así que vamos para allá!… pero es que nunca les pedí acompañarme, a mí me gusta hacer las cosas que me gustan solo y hacer el súper me encanta, es la parte preferida de mis domingos.