17 de mayo de 2011

Los Credence y Bob Dylan y Yo

Estoy escuchando un disco de grandes éxitos de Credence y no puedo terminar de decidirme sobre si me gustan más sus canciones de 2 minutos, o las de 10. No les llegó el memorándum de que sólo los grupos de Rock Progresivo pueden componer e interpretar suites interminables de 11 minutos, nadie les hizo llegar el memorándum que dice que grupos de rock'n roll, con mucha más influencia en su sonido del country característico del Bayou de la que desearían los críticos respetables, no podían componer una canción como "I Heard it Through the Grapevine"; una vez compuesta interpretarla y después de eso, hacerlo ante una audiencia y al final del proceso convertirla en una de las más grandes de la historia del Rock. Nadie se los dijo y por eso, estoy y creo que todos los ciudadanos conscientes deberíamos estar eternamente agradecidos. Por otro lado, algún pedante nos hizo el favor de decírselo muy a tiempo a los Eagles, y por eso también debemos sentirnos agradecidos.

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desde hacía mucho que escuchaba a los Credence, desde hace mucho he tenido gustos así, retros e inexplicables. Una vez, lo recuerdo bien, tenía yo 15 años y con toda la autoridad que el mundo le confiere a los estúpida insolencia que no podemos evitar proferir los críos a esa edad, cada vez que abrimos la boca, dije algo así como "Los Beatles no son buenos, todas sus canciones son iguales…apestan ". Casi de inmediato, supe, sentí más bien, sobre mis hombros (recuerdo perfectamente el peso, como se iba agregando a mi conciencia), la consistencia de la grandísima estupidez que acababa de decir.

durante ese año no me dedique a otra cosa más que a escuchar a los Beatles y los otros grandes, con la inestimable ayuda de mi primo que, sin decir nada, pero consciente de lo mucho que necesitaba una guía para poder alejarme de los Limp Bizkit y Korn del mundo, y de la última desgracia y escupitajo en la cara a su legado que acabara de lanzar en dueto con Maná el gran Carlos Santana, en aquel lejano y apocalíptico año 2000, se tomó la molestia de una tarde sentarse conmigo a escuchar todos los discos que nos diera tiempo hasta el anochecer, de Deep Purple, King Crimson, Los Rolling Stones, los Clásicos de Santana y por supuesto de Los Beatles. Mi curiosidad, el mp3 y los nuevos programas para compartirlo hicieron el resto y ahora creo, tengo unos gustos bastante respetables y con los que estoy muy en paz, tanto que no tengo problema con cantar (gritar) Rancheras de vez en cuando.

pero durante más de 10 años hubo un artista, una vaca sagrada que jamás pude comprender ni apreciar ni escuchar en paz, sin querer cambiar de track, de disco, de audífonos... Claro, me gustaban, como a quién no, Like a Rolling Stone y esa canción que ni siquiera Avril Lavigne puede arruinar, Knockin' on Heavens Door, pero el resto de su obra me parecía inescrutable, francamente aburrida y mal cantada.

sin embargo todo a mi alrededor me indicaba que Bob Dylan merecía la pena y el esfuerzo de dejar un poco de lado el Indie y las canciones de los Fobia que en ese preciso momento tanto me fascinaban y lo escuchara: Los pre-hipsters, en las dos o tres de sus fiestas en las que inexplicablemente me veía involucrado al año, no podían dejar de sincerarse y confesar el respeto y la admiración que les inspiraba Bob, aunque era obvio que no lo escuchaban más de dos veces al año (cuando por accidente en la radio alguien volvía a poner la genial pero nada Dylanesca versión de Knockin' on Heavens Door de Guns'n Roses). Pero todo mundo sabe que los indies hoy hipsters sólo se toman la molestia de mentir sobre cuanto les gusta un artista si es realmente bueno.

luego Scorsese hizo un documental sobre él y yo lo tuve que ver y me gustó tanto como bajaba de su pedestal al tipo (pero sobre todo a los críticos y fanáticos que tanto lo adoran) que me hizo tener que escuchar sus discos. Ya, dejarme de mamadas: Los compré y todo iba bien, me identifiqué tanto y de inmediato con la rabia que hay en "Queen Jane Approximately" y "Positively 4th Street" y sus exabruptos infantiles a la hora de recibir premios (no hay nada más infantil que emborracharse y subirse a un estrado e insultar solemnemente a gente con traje) y en ponerse a tocar la Guitarra Eléctrica ante un público capaz de matarte porque estás tocando una Guitarra Eléctrica (ya sé, ¿quién quiere tener esa clase de idiotas fans del folk?: nadie, por eso, mejor alienarlos o ser asesinado en el intento) que lo entendí… entendí porque le gusta a todos y si no les gusta porque de todos modos dicen que les gusta y porque un director tan bueno como Todd Haynes es capaz de hacer una película tan ambiciosa y fracasar de manera tan horrenda como con I'm Not There y aún así tener cierto éxito y de repente ser un director de culto, que nadie de los 20 que la vieron ni los críticos se atreva a decir lo mala que es y en lugar de eso se la pasen inventándole excusas en forma de halagos:

Dylan tiene ese efecto entre los posers y artistas verdaderos por igual porque es libre, prefectamente libre de lo que todos pensemos sobre él; no le importa si lo entendemos o no, ni el entiende porque nos gusta tanto, sólo se estaba drogando y cantando y escribiendo palabrería sin sentido. Si nosotros decidimos que sus letras son el himno de nuestra generación (lleva como 5 generaciones cantando) no es su maldito problema: Es nuestro. ¿No me creen?, pídanle un autógrafo o una entrevista o vayan a uno de sus conciertos, ni siquiera los va a dejar cantar agusto y no se enojen: el concierto es de él, no suyo.

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y la verdad, después de todo eso, debo decir la verdad: la verdad nada más empecé a escuchar en serio a Dylan porque quería impresionar a una chica, o por lo menos que me gustara Dylan para poder tener algo de que hablar con ella (a ella sí que le encantaba, y escribía reseñas que demostraban que ella sí lo entendía de verdad, no como yo). Muy buena chica eh, valía bastante la pena, lástima que aún después de todo ese esfuerzo casi siempre nos quedábamos sin mucho de que hablar. Pero así es la vida. Otra prueba más de que este tipo no es un profeta: es incapaz de inventar amor donde no hay.

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y a todo esto, yo decía que Credence es genial, pero olvidé decirles que aunque ya tenía por ahí arrumbadas en el sótano de mi disco duro algunos de sus Greatest Hits, no empecé a escucharlos en serio hasta que John Mclane, uno de mis verdaderos ídolos, que sí es un héroe admirable, sin matices ni le deja espacio a la interpretación de cada quien porque así lo escribió un guionista, se declaró su fan en Duro de Matar 4.0. Y que bien, porque que mal hubiera sido quedarme sólo con la impresión de Alguna vez has Visto Llover.

1 comentario:

Karla Juárez dijo...

Ivanhoe con esto puedo decir que te conozco un poquito más.

Ya sé el por qué de algunos de tus gustos muy bien.