21 de julio de 2012

Como Paul McCartney

ella era muy bonita, además le encantaba cantar, bailar, enamorarse, desenamorarse y los karaokes; bailar y besarse con los chicos malos en las fiestas de su facultad, volverse loca, olvidarse de lo hermosa que era, lo insensata e irresponsablemente hermosa que era todo el pinche día: podía estar borracha al punto de no recordar su nombre ni que carajos hacía ahí a esa hora y aún así serían pocos quienes al verla no se enamoraran un poco y quisieran por supuesto llevarla a la cama, tal vez decirle cosas bonitas luego en un parque.

Pero lo que hizo que él, que él, se enamorara de ella, fue su improbable gusto por The National,



por Taking Back Sunday



y por la poesía de Joaquín Sabina.


más que escuchar sus canciones, le encantaba leer sus letras, recitarlas y dormirse pensando en ellas.

le dio tanta risa cuando lo supo y no pudo evitar verla a partir de ese momento con una mirada de cachorro abandonado, de científico enamorado* ante, la verdad, muy general indiferencia y evidente incomodidad de la artista.

¿pero como podía evitarlo?, ¿el que culpa tenía de que ella fuera tan, pero tan perfecta, que parecía una ridícula fantasía de escritor moribundo y solitario? Ninguna y por lo tanto, ni quería ni podía evitar esa sensación de amor verdadero y demostrarlo de una manera que haría sentir pena ajena incluso a alguien como Paul McCartney.

***

pero obviamente ella era una fantasía.


no digo que no existiera, que cada una de las cosas que aquí les estoy contando de ella no sean tal y como se las describo (le encanta cantar y bailar, aunque ambas cosas las hace bastante mal, igual que enamorarse y tomar de la mano y nunca soltarse), pero todo era claramente una fantasía.

las fantasías no duran mucho, duran hasta que se acaba el libro, hasta que te despiertas. Hasta que te das cuenta que esa sensación que has tenido desde el principio de "esto no puede ser cierto" es completamente cierta.

hasta que estás leyendo poesía de Jaime Sabines en voz alta de una manera que no sólo al autor, que la usaba principalmente para conquistar alumnas fácilmente impresionables por leyendas vivas de la poesía durante su periodo como catedrático en la UNAM y después a transeúntes y vecinas, si no también a otros poetas más miserables y con menos premios, les daría una profunda vergüenza.

pero la verdad, da igual, todo da igual.Que esto es sólo un juego y ese muchacho, en cuanto se de cuenta que ni está sufriendo, que sólo ama la sensación de tener una causa justa y verdadera por la cual ponerse pedo, estará bien.

* es peor, mil veces peor, que la de un adolescente enamorado.

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