Estos días es importante ser emprendedor. Las oportunidades se las tiene que hacer uno mismo, tienes que estar dispuesto a ir allá afuera y tomar lo que es tuyo. ¿No sabías?, claro que sí, pero tienes un problema, bueno, varios: eres un huevón y, peor aún, eres un romántico con alma de artista al que incluso han publicado un par de cuentos en revistas culturales regionales que ni tus papás leyeron. Por pena. Pero te dijeron que sí y que les encantó. Te mintieron, pero mira, es mejor así, de todos modos no hubieran entendido nada y te hubieras sentido peor.
Pero no temas, no todo esta perdido, hoy vengo a decirte como puedes emprender y ser un exitoso hombre de negocios a pesar de tu lamentable condición.
Me das lástima.
1.- No te enamores... ¿ya lo hiciste verdad? idiota... pero si claro, debí saber que no lo podrías evitar. Es mi culpa por confiar en ti. Bueno, ¿sabes qué?, ya pasó y ahora tienes que olvidarte de ella. Lo más pronto posible.
2.- Este siguiente paso sonará un poco desalmado y falto de tacto, estoy de acuerdo, pero es muy importante: primero termínala.
Después de botarla, ve a su casa y pídele que te regrese todos los regalos que alguna vez le diste. Regrésalos a las tiendas donde los compraste; la intención es capitalizarte y que ella, viendo lo desgraciado que eres (¿a qué clase de persona se le ocurre ir a pedir que le devuelvas los regalos?) se convenza que eres una pésima persona y jamás se le cruce por la cabeza volver contigo.
3.- Hazte de un equipo de vendedores capaces y carismáticos con capacidad de convencimiento. No como tú.
4.- Deja de pensar en ella, no va a volver y sólo era una lastra para tus ambiciones. Y seamos honestos, tú lo eras también para ella. Ahora que la dejaste, por fin podrá retomar sus sueños, su pasión, su arte, sus pinturas y sus lienzos y tal vez logre, de una vez por todas, exponer en París, en Nueva York o por lo menos en, no sé, Xalapa y, como mínimo, pueda dejar de dar clases particulares a niños ricos y malcriados a los que les importa un comino cual es el uso apropiado de las brochas de acuarela. Sabes cuanto odiaba hacer eso, pero lo hacía por que te amaba.
5.- Elige de que quieres que sea tu negocio. Investiga en Internet que cosas se venden bien y compra suficientes para venderlas luego a buen precio y generar una ganancia. Este es buen momento para correr a tus vendedores. No tienes para pagarles. Invierte en un buen diseñador para un bonito sitio web.
6.- Fracasaste, ¿tan rápido?. Pues sí. Lo que pasa es que no tienes talento para ser emprendedor. Pero ahora te vienes a dar cuenta de cuanto en realidad amabas al amor de tu vida.
7.- Componle un poema, contrata un mariachi, un trío o ve a cantarle tu solo, no importa que cantes horrible (y de verdad cantas horrible, te odio), lo que importa es que cantes con el corazón y tus palabras sean sinceras. El amor siempre triunfa.
8.- No va a volver contigo porque eres un patán y no eres digno de su amor. Además ya se enamoró de ese millonario que le compró todos sus cuadros y que sí confió genuinamente en su talento. No como tú, que eras un inculto que no podías apreciar ni el buen arte ni a una buena mujer y eso que las dos cosas las tenías enfrente de tus narices. Además de todo su nuevo galán es guapo y ya le ofreció matrimonio. Olvídate de ella de una buena vez, ten dignidad.
9.- Reúnete con tus amigos (si tienes) y emborráchate en un bar. Dedícale unas canciones bien ardidas y ridículas, de esas que se componen expresamente para adolescentes pero que a tus 37 años siguen guiándote en el amor y bueno, en todo. No puede ser, de verdad... o bueno, contigo sí.
10.- Levántate. Esta vida no se trata de no caer, si no de levantarse cuando las adversidades te golpean. Pero hoy es un nuevo día y hay que darle con todo para alcanzar el éxito. No te rindas.
puras rayuelitas
fuck communism
19 de marzo de 2016
8 de febrero de 2016
Las mejores canciones para escuchar después de tomar demasiado café. Un ranking.
1.- About Today - The National
2.- Cualquiera de Tv on the Radio, pero por favor amigos, que no sea la muy predecible "Caffeinated Consciousness"
3.- Wish you were here - Pink Floyd
4.- Esa canción que siempre me hace pensar en ti. Tú sabes cuál es amor mío. (¿Te puedo seguir llamando amor mío, amor?)… Por cierto, quiero que sepas que ya te perdoné. Y eso que me rompiste el corazón y te fuiste sin siquiera mirar para atrás. Te cuento que el otro día te vi con tu novio, iban los dos abrazados en el metro, rodeados de una multitud sudorosa y malhumorada de oficinistas derrotados; debo admitir que te veías contenta pero, si te voy a ser sincero, cariño, tengo que decirte que te veías más contenta tú qué él. Creo sinceramente (y te digo esto sin ningún afán de lastimarte y sólo con la intención de ser sincero) que no te ama tanto como yo te amé, ¿sabes?; y de verdad, déjame insistirte querida, no te digo esto porque me sienta resentido, ardido o que no te he haya superado.
No seas ridícula, para nada es el caso. De hecho es todo la contrario. Te superé hace mucho, ya ni me acuerdo. No podría ser más feliz en este momento; en serio. Te digo esto que vi porque tengo que decirte la verdad, porque te prometí hace mucho que siempre te sería sincero: a su lado, tu te vas más feliz que él, que se ve francamente aburrido. Es más, creo que no te ama. No... estoy seguro que no te ama. Lo siento nena.
5.- Hurt - Johnny Cash.
- Menciones honoríficas: "Aunque no sea conmigo - Cualquier versión", "Like a Friend - Pulp", "Heaven - The Walkmen", "Let her go - Passenger" "Esa canción que a todos nos hizo llorar al final de Rápidos y Furiosos 7, ¿cómo se llamaba?, como se me fue a olvidar ahorita que ya tengo que entregar (N. del ed. See you again - Whiz Khalifa feat. ???)"
Como podrán notar, las mejores canciones para escuchar después de haber tomado demasiado café son en su mayoría melancólicas y te harían sentir triste si no hubieras tomado un exceso de café. La razón de esto es aún desconocida, desafortunadamente la ciencia aún no ha terminado de descubrir la relación entre las canciones tristes y el exceso de cafeína.
7 de septiembre de 2014
Y ahora voy a tratar de explicarles porque me gusta Cortázar.
Voy a leer porque sabes que me gusta leer.
***
Como muchos, empecé a leer a Cortázar cuando era adolescente y obviamente, no le entendí un pito.
Peor porque lo primero que leí fue Rayuela y lo leí en orden, no salteado, porque a mí nadie va a venirme a decir como leer su libro.
Después, ya con canas, lo volví a leer y lo entendí menos. Pero como es de esperarse en las historias de redención personal, me gustó más.
Y eso que no soporto a casi ninguno de sus personajes. Si acaso a Talita y a Traveler, pero ese, creo, no es el punto.
Los personajes importan bien poco y menos aún la trama. Es como si Horacio mismo supiera lo poco importante que es su vida como argumento de una novela y por eso es tan absurda y, si leemos un recuento (como yo hace rato en wikipedia), nos va a parecer sin sentido y aburrida.
***
También pensé en empezar este texto así:
Cortázar me gusta mucho, siempre que lo leo lo disfruto como un idiota porque, como cuando tenía 18, no le entiendo ni madre. La mitad de sus referencia a músicos de jazz y filósofos franceses me pasan volando por encima y ya nunca vuelven, la otra mitad no las detecto.
Pero cuando me di cuenta que los libros de Cortázar son mis favoritos para tenerlos en el baño y abrirlos en una página rándom cualquiera, entendí que no tenía que preocuparme por entenderlos. El asunto es disfrutar y pocos libros disfruto tanto como los de Cortázar.
Supongo que tiene algo que ver con el estilo, con como conviven con tanta naturalidad en el mismo enunciado, las referencias más eruditas que pudo imaginar un mamón tan grande como tiene que ser un escritor argentino que vive en París a mediados de los 50's, junto con un humor tan absurdo, simple y bufonesco que no desentonaría en una película gringa.
Que le importa a él porque me gusta, es lo que estoy tratando de decir.
***
Y ese, supongo, o siempre he querido entender, es el punto de Cortázar, que la libertad con la que escribió es la misma libertad que tienes para leerlo y tu sabrás.
***
Y para terminar, vuelvo al principio:
Cuando estudiaba en Guadalajara tenía una maestra de literatura de esas mamonas y prepotentes que te tratan como un imbécil y que, obviamente, cuando termina el semestre, logran que todos en el grupo, menos el raro al que ya le gustaba leer desde antes, detesten la literatura y no vuelvan a tocar un libro en su vida.
Pero una vez dijo algo que a mí se me hizo muy inteligente porque estoy de acuerdo con eso: A Rayuela no tienes que entenderle y quien trate de explicártela está mintiendo o ellos mismos se avergüenzan de no haber entendido nada.
Claro que inmediatamente después de decir esto, procedió a tratar de explicarnos Rayuela.
4 de septiembre de 2014
Olvidar adrede libros de Borges.
En la mañana se levantó pensando en incendios, en quemar todos los bosques, en comerse todos los postres. Estaba, en pocas palabras, en medio de un frenesí incontrolable.
"Ya no puedes quemar mis libros, sí, quemé mis naves pero aún así voy a tratar de nadar hasta la orilla".
"Que bonita frase de despedida, idiota. No puedo creer que hayas dicho eso".
"Ahógate en el océano, en el camino de regreso", pensó con un cierto dejo de tristeza, que si lo vemos desde el otro lado, significa que casi no estaba triste, ni melancólica, sólo un poco, casi nada, pero lo suficiente para que, si un poeta la víera, con la exageración característica del gremio, le diagnosticara un incurable mal de amores.
Pero nosotros, personas perfectamente normales, no hubiéramos notado nada. Obviamente.
***
"Ya no puedes quemar mis barcos, ni siquiera me acuerdo de ti, pero si te me aparecieras de repente desnuda frente a mí en este momento (o con toda la ropa, pero dispuesta a seducirme y a quitártela eventualmente), no tendría ningún empacho, ningún problema, ninguno, de verdad, en volverme a enamorar de ti y así, otra vez, arruinarlo todo."
Pensó, con esa evidente satisfacción que sienten todos los hombres al hacerse pasar por víctimas ante cualquier situación amorosa que les resulte adversa.
"Pero que quieres, soy un romántico y un imbécil."
***
No se llevó ninguno de sus libros de Borges, el muy canalla.
Y con lo poquito que los soporta.
Cada que se acuerda de que probablemente se los dejó con toda la intención de chingarle tantito la vida, se le arruina el día.
Se le prenden las entrañas, como si volvera a enamorarse otra vez pero en vez de amor es odio. Como si volviera a odiarlo otra vez, a perderle la paciencia de nuevo, vuelve a ella esa completa incomprensión que la abrumaba, en los primeros de los últimos días, de como es que se había enamorado tanto de él, si siempre había sido obvio que no sabía rasurarse, recordar, hacer trámites en las oficinas de gobierno, ni mucho menos hacer todas esas cosas que le prometió con la ayuda de canciones que, ya en perspectiva, fueron compuestas para adolescentes de 15, 16, ó 17 años.
***
"...Ni romántico, ni nada, simplemente imbécil."
Si seguía por esta línea de pensamiento, es mejor no saber a donde iba ir a parar. Lo positivo era que todo rastro de heroísmo romántico había desaparecido ya, para dejarle paso a la más completa desesperanza.
Y es que le habían advertido que no desperdiciara todas las canciones de amor en un sólo par de ojos, por más hermosos que estos fueran... sí, sí… por muy increíble que fuera que fueran tan bellos a pesar de ser de un café nada especial, más bien pedestre. Pero eran grandes y tantito amielados vistos bajo la luz correcta y entonces sí, valió madre: todas las canciones de amor de Bright Eyes, como si las hubiera tirado al retrete.
"Y tiene tan poquitas ese güey. Se nota que ese cabrón es de los que corta a sus novias nada más para sentirse triste e inspirarse para componer sus pinches canciones.
¿Cuántas veces te pueden romper el corzón, idiota?, a la mayoría de la gente se lo rompen 1, ó 2, ó 3, ó 4 veces y ya dicen no, ni madre, no me la vuelven a hacer, que venga otro pendejo y les crea.
Pero este idiota ya lleva como 8 discos y contando...
Hoy estoy de un humor insoportable, querido diario, discúlpame, no es tu culpa, ni de mis discos, que acabo de hacer cagada…Por otro lado, en esta época, en pleno siglo XXI, ¿quién sigue comprando discos?. Me detesto."
***
Y lo mejor, o lo peor, es subirse al metro. Ahí no puedes extrañar a nadie, ni pensar en nada, pensó, con cierta satisfacción, un poco culpable. No tanta como para llamarle y decirle ya, no mames, ven por tus libros.
"Ya no puedes quemar mis libros, sí, quemé mis naves pero aún así voy a tratar de nadar hasta la orilla".
"Que bonita frase de despedida, idiota. No puedo creer que hayas dicho eso".
"Ahógate en el océano, en el camino de regreso", pensó con un cierto dejo de tristeza, que si lo vemos desde el otro lado, significa que casi no estaba triste, ni melancólica, sólo un poco, casi nada, pero lo suficiente para que, si un poeta la víera, con la exageración característica del gremio, le diagnosticara un incurable mal de amores.
Pero nosotros, personas perfectamente normales, no hubiéramos notado nada. Obviamente.
***
"Ya no puedes quemar mis barcos, ni siquiera me acuerdo de ti, pero si te me aparecieras de repente desnuda frente a mí en este momento (o con toda la ropa, pero dispuesta a seducirme y a quitártela eventualmente), no tendría ningún empacho, ningún problema, ninguno, de verdad, en volverme a enamorar de ti y así, otra vez, arruinarlo todo."
Pensó, con esa evidente satisfacción que sienten todos los hombres al hacerse pasar por víctimas ante cualquier situación amorosa que les resulte adversa.
"Pero que quieres, soy un romántico y un imbécil."
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No se llevó ninguno de sus libros de Borges, el muy canalla.
Y con lo poquito que los soporta.
Cada que se acuerda de que probablemente se los dejó con toda la intención de chingarle tantito la vida, se le arruina el día.
Se le prenden las entrañas, como si volvera a enamorarse otra vez pero en vez de amor es odio. Como si volviera a odiarlo otra vez, a perderle la paciencia de nuevo, vuelve a ella esa completa incomprensión que la abrumaba, en los primeros de los últimos días, de como es que se había enamorado tanto de él, si siempre había sido obvio que no sabía rasurarse, recordar, hacer trámites en las oficinas de gobierno, ni mucho menos hacer todas esas cosas que le prometió con la ayuda de canciones que, ya en perspectiva, fueron compuestas para adolescentes de 15, 16, ó 17 años.
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"...Ni romántico, ni nada, simplemente imbécil."
Si seguía por esta línea de pensamiento, es mejor no saber a donde iba ir a parar. Lo positivo era que todo rastro de heroísmo romántico había desaparecido ya, para dejarle paso a la más completa desesperanza.
Y es que le habían advertido que no desperdiciara todas las canciones de amor en un sólo par de ojos, por más hermosos que estos fueran... sí, sí… por muy increíble que fuera que fueran tan bellos a pesar de ser de un café nada especial, más bien pedestre. Pero eran grandes y tantito amielados vistos bajo la luz correcta y entonces sí, valió madre: todas las canciones de amor de Bright Eyes, como si las hubiera tirado al retrete.
"Y tiene tan poquitas ese güey. Se nota que ese cabrón es de los que corta a sus novias nada más para sentirse triste e inspirarse para componer sus pinches canciones.
¿Cuántas veces te pueden romper el corzón, idiota?, a la mayoría de la gente se lo rompen 1, ó 2, ó 3, ó 4 veces y ya dicen no, ni madre, no me la vuelven a hacer, que venga otro pendejo y les crea.
Pero este idiota ya lleva como 8 discos y contando...
Hoy estoy de un humor insoportable, querido diario, discúlpame, no es tu culpa, ni de mis discos, que acabo de hacer cagada…Por otro lado, en esta época, en pleno siglo XXI, ¿quién sigue comprando discos?. Me detesto."
***
Y lo mejor, o lo peor, es subirse al metro. Ahí no puedes extrañar a nadie, ni pensar en nada, pensó, con cierta satisfacción, un poco culpable. No tanta como para llamarle y decirle ya, no mames, ven por tus libros.
29 de mayo de 2014
Reporte de la casa de subastas alienígena sobre la subasta de los objetos robados del planeta tierra. (Varias pinturas y escritos de grandes autores adquiridos durante la 4ta. expedición de investigación en el año de -ilegible, pero podemos suponer que un año de los 60's-.)
Se subastan dibujos y poemas.
Antes de empezar, les queremos hacer una advertencia: los dibujantes, los poetas y los cantantes, estaban todos locos.
Se reunían todas las semanas a conspirar sobre temas como el amor, la seducción a través de las palabras y cual sería la manera más eficiente de alcanzar la inmortalidad. Detestaban a los críticos pero muchos los invitaban a sus casas y a estas mismas reuniones porque sabían que era conveniente estar en buenos términos con ellos aunque algunos, sobre todo los más veteranos, ni siquiera se molestaran en leer sus cuentos o poesías, o en escuchar las canciones poniendo la más mínima atención a la letra.
Se cree que el motivo de estás reuniones semanales era definir el rumbo que tendrían los sentimientos de la raza humana con sus creaciones.
Los más grandes de estos conspiradores, los líderes indiscutibles aunque nunca formalmente declarados (la sociedad era nominalmente de puros iguales, sin rangos ni jerarquías definidas en documento alguno); los más perversos, dirán algunos, los más brillantes, dirán otros, eran los escritores latinoamericanos y, tal vez un peldaño más arriba, los miembros de Los Beatles.
Haciendo uso de la pluma y de las notas musicales regían con puño de hierro sobre los sentimientos de la raza humana; de los fanáticos que los escuchaban religiosamente y los tomaban como una guía de como debían sentir, enamorarse, extrañar, y de como recoger o no recoger los pedazos de sus corazones cuando estos eran rotos por enésima vez.
Nadie nunca se les opuso, nadie lo intentó. De nuevo se especula que esta falta de resistencia se debía a que los habitantes del planeta tierra sabían en el fondo que toda oposición era fútil y absurda.
Los soñadores fueron los primeros en rendirse, desamparados como estaban ante la fría mirada de su amada: la princesa en turno de alguna nación escandinava, sudamericana o africana que no los pelaba porque, bueno, los soñadores, sin importar cual sea su apariencia física, ingresos mensuales o título nobiliario (o falta de este) suelen ser siempre amantes arrebatados, un tanto infantiles y sobre todo imprudentes, que nunca saben que hacer cuando se enamoran y no son correspondidos, pero mucho menos cuando la susodicha comete el error estratégico de compartir esos sentimientos.
A estos tipos eran los que mentes maestras como John Lennon, Paul McCartney y Bob Dylan dominaban más fácil con sus letras, a los que los poetas dirigían a placer y a los que sus objetos de adoración ignoraban. Con toda justicia esto último, cabe decir, desde nuestro punto de vista enteramente científico.
Para concluir, nos gustaría decir sobre esta conspiración de los llamados artistas, pero que aquí llamaremos simplemente locos de atar, que no se pudo determinar nunca si las intenciones eran buenas, malas, o terribles, pero debemos suponer que seguramente eran esta última.
Es consenso general que una sociedad secreta que se reúne cada semana en un lugar también secreto a tomar té, comer bocadillos y hacia el final de la velada drogarse con sustancias tan duras como los llamados ácidos y las musas intocables, así como fotografías y demás recuerdos de sus amores perdidos o imposibles, es algo que se ve muy mal y no puede ser bueno.
También cabe la posiblidad de que la megalomanía no estuviera presente como objetivo en estas reuniones, que estos locos de atar se juntaran con el simple objetivo de compartir su pasión y no de dirigir el mundo a través de sus númber one en el hit parade o su omnipresencia no siempre citada en las cartas de amor, pero ante esta ingenua e inocente especulación, sólo podemos responder con un viejo dicho que nuestros exploradores aprendieron también en este planeta: no hagan cosas buenas que parezcan malas, poetas.
***
13 de mayo de 2014
El romántico
El asteroide está cada vez más cerca.
***
De quien nunca esperé una traición fue de ella. De Ella.
Llámenme, por favor, si quieren, un romántico.
No me apena, aunque pueda escuchar de todos ustedes la sorna, inmisericorde, despiadada e injusta; lo digo con orgullo: soy un romántico, un soñador.
Y es que de joven quise ser poeta, después cuando descubrí a David Bowie quise ser cantate y guitarrista de una banda de rock. Al final terminé conformándome y fui un astronauta. Uno de los grandes, los libros de historia, si alguien fuera a escribirlos y el mundo no estuviera a punto de llegar a su inevitable y ridículo final, atestiguarían de este hecho.
Verán, yo viajé al espacio y a mi regreso a la tierra fui llamado un héroe. Poemas, sonetos, programas de televisión, documentales y hasta una serie de televisión producida por HBO latinoamérica se hicieron en mi honor, relatando de manera sí, lo acepto, muy exagerada, mi lucha contra los zombies en la estación espacial internacional cuando todos, menos dos de nosotros, fueron infectados por un misterioso agente viral que, se teoriza, estaba durmiente en la estela del cometa Kennedy, que paso mucho más cerca de la tierra y por lo tanto de nosotros, de lo que esos científicos imbéciles lo habían predicho.
Hasta el día de hoy no puedo evitar sentir, mezclado con orgullo, un poco de culpa que arremete contra la felicidad y la alegría de mis recuerdos, casi arruinándolos, cada que recuerdo las cosas que se decían de mí en esos días, ensalzando mis hazañas a base de mentiras y exageraciones que cuando trataba de corregir, nadie me escuchaba.
Pero nunca logran amargarse lo suficiente como para que deje de aferrarme a ellos, mis recuerdos, ahora que todo se fue al carajo son lo único que me queda. Que NOS queda en realidad. Son el único refugio de los supervivientes de la catástrofe combinada que fueron Mothra, Godzilla, las Máquinas y los alienígenas.
(Estos últimos no tenían intención alguna de provocar esos terremotos devastadores, lo que pasó es que no tomaron en cuenta los efectos que los campos gravitacionales de sus enormes naves tendrían en nuestro planeta. Nos dieron en la madre aunque ellos venían muy en son de paz. Hay que decirlo: los desastres que provocaron fueron errores honestos).
El apocalipsis zombie también ocurrió en algún momento, resulta que mi cápsula de escape contenía ínfimos residuos del virus zombie que fueron casi de inmediato y en secretp obtenidos por una obscura farmaceútica japonesa que se dedico a experimentar con ellos, pero cuando se sucedieron los desastres en todo el planeta y las instalaciones donde se hacían los estudios fueron dañados el virus escapó a la atmósfera, provocando transformaciones a una escala global. Pero aún con nuestros limitados recursos, estos monstruos fueron relativamente fáciles de derrotar. Verán, los zombies de verdad no corren y no sólo eso, si no que se mueven mucho más lento de lo que todos imaginábamos gracias a las películas de George A. Romero.
Y aún así, en este mundo lleno de catástrofes, no puedo pensar en algo peor que me pudo haber pasado que su traición, porque creí que me amaba, que me era leal hasta el punto del ridículo, pero como en verdad debe ser una mujer con el hombre que le ha entregado todo: su confianza, su alma, su vida y su corazón. Pinches viejas.
***
Las máquinas se rebelaron cuando los alienígenas por fin se fueron. Llevaban 6 meses tratando de arreglar su desmadre pero sólo lograban ocasionar desastres mucho peores: gracias a ellos conocimos a monstruos míticos que creíamos sólo vivían en nuestra ficción: Godzilla, Mothra, Rodan, etc.
Pero ya que se habían largado descubrimos cual había sido la peor de las consecuencias de su visita: Durante su estancia en nuestra estratósfera nuestras computadoras más avanzadas habían ganado conciencia de su existencia y una inteligencia superior a la nuestra que, lo peor de todo, estaba libre de emociones como la compasión, los remordimientos, el amor y cualquier otra cosa que pudiera interponerse entre su objetivo empíricamente trazado: la dominación mundial.
Verán, lo que había pasado es que la tecnología alienígena tuvo un efecto secundario en nuestras computadoras que nadie había previsto, ya que combinaba los más grandes avances estrictamente científicos con elementos que sólo pueden ser descritos como *magia* y la sola cercanía de nuestras rudimentarias máquinas con esas naves enormes y llenas de pendejos con muy buenas intenciones fue suficiente para dotarlas de inteligencia y, como consecuencia lógica de esta, de la voluntad de exterminarnos.
Ya lo decía mi padre, un pendejo es más peligroso que el peor de los desgraciados. Total, que al final de la visita de los Raangarianos, la cura del cáncer no fue suficiente para paliar la pérdida, para todos los efectos prácticos, de nuestra civilización tal como la conocíamos.
Para mí, en cambio, el fin del mundo fue una bendición, porque por fin pude conquistar a Marianita (si, aún después de todo lo que me ha hecho la recuerdo con este cariñoso nombre), que había sido el amor de mi vida desde la secundaria y nomás nunca me peló mientras la civilización estuvo en pie, libre de alienígenas imbéciles, kaijus, zombies, y máquinas conscientes de su existencia y sedientas de poder.
Poco antes de iniciar el ataque definitivo a la base de los robots, no me fue demasiado complicado asesinar a su novio: un espécimen perfecto, rubio, de ojos azules y cuerpo atlético, que además era una celebridad porque era el líder de la unidad de ataque especial que se encargaría de aniquilar el núcleo de conciencia que regía a todas las máquinas bajo el principio de una mente de colmena. Lo más fácil de todo fue culpar a un microondas.
La acompañé los siguientes días, durante lo más profundo de su duelo, cuando ni la victoria (conseguida de manera totalmente improbable cuando, según los registros videográficos que han sobrevivido, Michael, el más joven del grupo de Navy Seals, al ver al resto de su batallón desmoralizado y no oponiendo casi resistencia ante la masacre de la que estaban siendo víctima por parte de los robots por la muerte justo antes de la batalla de su querido líder, se negó a rendirse tan fácil y prácticamente el solo, logró llegar al núcleo de la conciencia de los robots y, plantando una bomba que tuvo que detonar el mismo de manera manual porque el detonador remoto se había dañado durante la batalla, salvó a toda la humanidad, sacrificándose por todos nosotros y regalándole sus últimos pensamientos a su familia y a Jane, su hermosa novia pelirroja, creemos. A esta valiente muchachita, que todos la vimos llorar orgullosa y desconsolada junto a la madre de Michael en su funeral, le rendimos todos los honores, se le asignó una pensión de por vida por servicios prestados a la humanidad y, a iniciativa mía, debo decir en estricto honor a la verdad, se le regaló una pequeña huerta donde pudiera sembrar tomates) ni la libertad de lo que quedaba de la humanidad eran suficiente para consolar la pérdida de su primer amor verdadero. Así que usando mis habilidades como hombre sensible que sabe escuchar logré seducirla después de un largo proceso en el que no hice más que escuchar historias donde la pobrecita no hacía otra cosa más que idealizar a ese pendejo. Pero repito, todo este sacrifico de mi parte rindió frutos y al final la compenetración fue perfecta, la confianza que me tenía no se podía comparar a la de ninguna otra relación de amor o de amistad que hubiera tenido en el pasado (ella así me lo confesó) y por fin accedió a que tuviéramos relaciones. Un sexo salvaje y apasionado, cabe aclarar; maratónico también, un amor del que ninguno de los dos quería saciarse nunca.
Al final de esa mágica primera velada juramos venganza de cualquier enemigo que pudiera quedar vivo. Sí, ya sé, un horno de microondas no fue el culpable de la muerte de su ex novio, fui yo, pero con tal de seguirme acostando con ella yo era capaz de jurar cualquier cosa. Y además los microondas nunca habían ganado conciencia y los soldados robots que quedaban estaban desactivados desde el sacrifico de Mike. Después de unos días, como era mi plan, Mariana se enamoró perdidamente de mí.
***
Fueron tres meses maravillosos, durante los cuales el mundo a nuestro alrededor, cada vez mejor bajo el atinado gobierno de su madre, la general Johnson, no podía importarnos menos. Estábamos ahogándonos en miel, en la dulcísima miel del amor.
***
Pero pasado el periodo de la luna de miel su inocente deseo de venganza, que al principio yo pensé que sería una cosa pasajera que después de unos días ya no le iba a importar se transformó en una obsesión insana. No podía pensar en otra cosa, mucho menos cuando descubrimos que las máquinas se habían respaldado en una nube de datos y estaban reconstruyendo su ejército poco a poco.
Encontré un microondas cualquiera y lo destrocé frente a ella, para satisfacerla, pero no era suficiente, la señorita lo que quería era una venganza absoluta, acabar completamente con las máquinas.
Pues yo la acompañé al campo de batalla, total, no me quedaba de otra. Tenía la esperanza de que, en cuanto viera que nuestro ejército podía perfectamente y con toda facilidad encargarse de los rebeldes dejaría de hacer planes idiotas y volvería a mi lado, en cama, a pedir perdón por desatenderme y compensarlo todo cumpliendo todas mis fantasías sexuales, por más desviadas que fueran. Pero esto, como verán, nunca pasó.
***
Pero no, resulta que el espíritu humano es inquebrantable.
El desastre volvió a golpear a la humanidad. Durante lo que parecía una misión de avanzada de rutina, en la que iba la general Johnson para darle confianza a las tropas, una moto kamikaze atacó al pequeño escuadrón causando un daño en apariencia ínfimo: cuando el polvo se asentó y el humo se aclaró el escuadrón descubrió que sólo tenía una herida: pero era una herida de muerte: la general que, olvidando durante un segundo su status como líder de la humanidad, irresponsablemente bloqueó el ataque de la motocicleta con su cuerpo, salvando a su escuadrón, pero perdiendo la vida.
Y esa no fue la única mala noticia, resultó que las máquinas habían reconstruido su ejército y que habían tomado el control de los pocos silos nucleares rusos y americanos que estaban intactos. Atacaron.
***
Mariana organizó una resistencia a escala mundial, aún no me queda bien claro como y, usando sólo herramientas analógicas y mecánicas pero libres de circuitos logró derrotar a nuestros amos supremos. La guerra estuvo plagada de casi derrotas y de victorias pírricas donde parecía que todo estaba perdido. Se perdieron muchos valientes; pero también hubo momentos de éxtasis y de triunfo. Hubo incluso una etapa en la que todos estaban viajando en el tiempo y ya nadie sabía a quien había que ir a salvar o matar y se crearon múltiples universos paralelos y nadie nada pero al final, Mariana, presa de una locura irrefrenable que hizo que prácticamente se olvidara de mí y de mis necesidades, las derrotó. No me malentiendan, la admiró más que nadie, les digo que a nadie sorprendió más su brillantez táctica y ferocidad en batalla que a mí, pero uno nunca debe darle la espalda a las personas que dice amar. La dejé disfrutar la noche que el triunfo fue definitivo pero al siguiente día, cuando llegué a su palacio a visitarla, no iba como otras veces con intenciones románticas, iba a reclamarle de manera firme, pero respetuosa, el porque de su ausencia, quería que viera el daño que su guerra me había causado.
***
Llegué indignado, sin saludar a los guardias que, según yo temerosos de mi enojo me abrieron el paso. Luego llegó uno de ellos e ignorando mis voces de "suéltame, pendejo" me tomó fuertemente del brazo y sin hacer caso a que me estaba lastimando me llevó en presencia de la que ahora, me enteraba, debía llamar "alteza".
Cuando llegué ante ella se negó a cumplir las amenazas que le hice a su guardaespaldas de que por lo que me estaba haciendo perdería su trabajo y su vida. Esto, entendiblemente no hizo más que irritarme y, encendiéndome ante su mirada desdeñosa, una mirada que nunca había visto dirigida hacia mí, comencé a reclamarle en los términos más airados el abandono en el que me tuvo todos esos meses que estaba salvando a la humanidad. Cuando terminé no hizo más que reírse y su guardaespaldas me dio un zape. Esto me encabronó pero a ella no hizo más que divertirla más y su risa se transformó en una carcajada hiriente que nunca parecía que iba a terminar. No fui dueño de mí y me abalancé sobre ella. La versión oficial es que no alcancé a llegar hasta el trono porque sus guardaespaldas me pusieron la madriza de mi vida pero déjenme decirles de una vez que esa no es más que otra de las mentiras que el régimen de esta mujer malvada se ha encargado de esparcir contra mí sin ningún reparo de conciencia. Yo recuerdo que alcancé a ponerle algunas bofetadas y que me pidió perdón, antes de que sus guardias me sometieran salvajemente.
***
Desperté algunos días después, según me informó mi carcelero. Apenas podía hablar pero haciendo uso de todas mis fuerzas logré balbucear un lastimero "¿por qué?". Me averguenzo. De haber tenido agallas no hubiera pedido ninguna explicación, no señor, como Cary Grant en aquella obra de arte que es "Lo que el Viento se Llevo" hubiera dicho "Mariana, no me importas un carajo, maldita p*ta" y estoy seguro que ella me hubiera escuchado. Seguro tenía una cámara en mi celda y estaba todo el día pendiente de cuando pudiera despertar y revelando toda la verdad de como me había tratado, derribar su imperio de paja y mentiras. Pero no se me dio oportunidad, mi carcelero volvió a reír (la risa es lo que chinga, lo sabemos todos) y encendió una pantalla que estaba al pie de mi catre inmundo. Lo que vi me dejó perplejo.
Un loop de pesadilla de dos videos borrosos y de baja calidad pero en los que claramente se distinguían varias figuras humanas y en las que el protagonista siempre era yo: el primero de los videos que se repetían en un loop infinito era el de la estación espacial internacional, donde se veía como entraba solo a la cápsula de escape de la ISS y escapaba a la tierra, dejando atrás a mi compañera rusa que no recuerdo bien como se llamaba. Ah sí, Natasha. Sólo me enteré de la explosión en la que se inmoló salvando a la humanidad momentáneamente de un ataque zombie al llegar a tierra, cuando todos me dieron el crédito por ello y yo no tuve más que aceptarlo.
El otro vídeo era de la base de la resistencia humana, cinco años atrás, cuando asesiné a su novio en la víspera de la que se suponía sería la batalla definitiva. ¿Cómo había obtenido esta pinche vieja traidora estos videos?, hasta el día de hoy y después de tres meses confinado en solitario sin otra cosa en que pensar y sin más contacto humano que el de los guardias, que iban casi a diario a darme noticias de como el mundo exterior se iba enterando cada vez más de mis acciones y como me despreciaba cada vez más, puedo decir que no sé.
Mis dos únicas teorías al respecto son estas:
1.- Un enemigo político desconocido, celoso de mi cercanía a Mariana, aprovechando que la guerra la distrajo de mí, obtuvo no sé como el material de estas cámaras que olvidé desactivar y se las mostró. Esto hace que mi enojo con ella crezca todavía más y es que insisto, si ella no hubiera estado distraída siguiendo sus deseos de venganza y sus sueños ridículos de salvación de la humanidad este cizañoso enemigo mío, y cobarde además porque no se atreve a darme la cara, no hubiera tenido la oportunidad de envenenar su mente nunca y yo nunca hubiera perdido mis privilegios.
2.- La segunda teoría la deja mucho peor parada: Es de todos conocido que el Overlord de las máquinas tenía acceso a todos los datos digitales que estuvieran guardados en cualquier lugar de la tierra en cualquier disco duro o cinta magnética, y que los había transferido a la nube. La versión oficial de la batalla definitiva contra las máquinas dice que Mariana, antes de destruir al enemigo estuvo en presencia física de la interfaz unos momentos. Lo que creo es que este robot que ni vela tenía en el entierro, pudo mostrarle evidencia incriminatoria de sus aliados más cercanos, como un insulto final antes de morir. Y que entre esa evidencia estaban estos dos videos que tanto me perjudican ante sus ojos. Mi pregunta es, ¿Qué necesidad tenía Mariana de liderar ninguna lucha de la humanidad contra sus enemigos?, si se hubiera quedado junto a mí desde un principio y hubiera tenido la fuerza de olvidar y superar la muerte de su ex novio al que con tanta facilidad engañé y asesiné y la de su madre que tan irresponsablemente se dejó matar, nada de esto hubiera pasado y yo no hubiera hecho quedar en ridículo frente a la humanidad, que me seguiría considerando un héroe. Ella nunca se hubiera ido de mi lado.
Pero no crean que estoy falto de autocrítica, sé que yo también tuve la culpa, nunca debí dejarla irse de mi lado a una guerra ridícula y que de no haber sido por su extraordinaria suerte, era imposible de ganar.
***
Esta es mi última voluntad, aquí cuento toda la verdad y si algún día alguien lee estas palabras podrá conocer mi versión y otorgarme algo de justicia. Como verán, no tengo ningún empacho en aceptar que yo maté a su ex novio cuyo nombre no recuerdo, y no un horno de microondas. No siento ninguna culpa por una acción que realicé sólo por amor y utilizando una astucia de la que careció mi "rival", que de haber sido tan inteligente como todos dicen no me hubiera dado la espalda cuando le grité, haciendo uso de unas dotes histriónicas que no sabía que tenía: "¡Mira! ¿Qué es eso?". El régimen no se ha cansado de culparme de este asesinato como si esto dañara mi reputación de alguna manera: con el perdón de ustedes, creo que me ennoblece: saben que lo hice por el amor que merecía y nadie sospechó de mí durante años.
Y, a diferencia de lo que su emperatriz está diciendo ahora, creo que ya todos saben que no eramos "sólo amigos". Eramos amantes e hicimos el amor muchas veces. Considero de total bajeza que Mariana esté tratando de hacerles creer que moriré virgen. Por supuesto que no. Además tuve sexo con la astronatua Natasha, es más, creo que estaba enamorada de mí y por eso se sacrificó en la estación internacional dejándome escapar. Esto es lo más importante y quiero que quien lea esto, nunca lo olvide.
***
Se me ha informado que mi ejecución será mañana. Me he enterado que cuando estuve inconsciente se descubrió un asteroide del tamaño de Nueva York que venía en dirección de colisión con nuestro planeta y que se envió una misión para destruirlo, porque puede que extermine a un gran porcentaje de lo que queda de la humanidad. Sé que los astronautas no eran astronautas calificados y permítanme anotar aquí, por si alguien no se ha dado cuenta, a los ridículos extremos a los que llega el odio de la emperatriz hacia mí, que teniendo en su palacio cautivo a un astronauta calificado no me pidió ayuda para entrenar a los tripulantes de la misión que debe salvar lo que queda de la humanidad: simples perforadores cuya única experiencia es haciendo hoyos para encontrar petróleo en el océano. Es más, no sólo los hubiera entrenado, hubiera ido con todo gusto con ellos y hubiera comandado la misión, pero no me pidió esa ayuda y les aseguro que están condenados, y cuando los supervivientes lean esto sabrán porque.
***
1 de mayo de 2014
Esquizofrenia.
Alguien me contó alguna vez.
Traté de dormir esa noche, pero no pude porque lo único que hice fue pensar en ella, en tratar de decidir entre odiarla y amarla. Verán, para mí, es muy difícil decidir, tengo principios de esquizofrenia.
No se preocupen, la mantengo controlada con medicamentos.
Pero eso no me impide ser un romántico empedernido.
Algunos dirían que mi locura me hace más propenso a enamorarme, pero esas personas no son psiquiatras, son poetas o lectores voraces y todos sabemos que no se puede confiar en los poetas. Son ladinos, les encanta seducir a señoritas aunque a estas no les guste la poesía y escriben palabras de amor que no sienten, no se toman en serio ni les dejan de parecer ridículas. Babosos.
***
Cuando amaneció yo tenía los ojos hinchados de no dormir, la garganta me reclamaba por la sed que le hice pasar y la cabeza me estaba a punto de explotar de odio, de amor o de las dos cosas.
Nos conocimos en el metro. Me armé de valor, me le acerqué y tratando de parecer lo menos extraño posible le pedí permiso para soñar con ella. Por supuesto me lo negó, altanera y orgullosa.
Por supuesto que eso de pedirle permiso fue una mera cortesía, un descarado intento de quedar bien pero sin tener la menor intención de en realidad comprometerme a nada.
No le hice caso y comencé a soñar con ella casi diario. Dormido, despierto, daba igual. Después, llegando ya al límite del descaro, comencé a escribirle algunas cosas que a falta de un mejor nombre y con mucha vergüenza tuve que llamar poesías. También me gusta dibujar así que empecé a dibujar su rostro, lo mejor que pude recordarlo de aquella la única vez que la vi, en hojas de libreta cuadriculadas que no se hicieron para el amor, si no para las matemáticas; en fin, a amarla sin su permiso como el loco que, les repito, clínicamente soy.
Mi familia tiene amigos poderosos y así logré publicar algunos de mis escritos en los complementos culturales de los diarios más importantes del país. Cada uno venía acompañado de una dedicatoria que no podía ser más directa, descarada y desafiante. Decía así: "para ella, altanera belleza a la que le pedí permiso para amar (en el metro) y me lo negó."
Los críticos, algunos más por miedo y lambisconería para con los amigos poderosos de mi familia que porque de verdad lo creyeran se apresuraron a alabarme, sobre todo la dedicatoria, a la que le atribuían cualidades que combinaban la exquisitez clásica con la sabiduría callejera del barrio, del metro.
Puras mamadas.
Pero lo peor fue cuando al mes de haberse publicado el último de mis textos recibí por lo menos 5 cartas de señoritas profundamente ofendidas que me reclamaban, con todo derecho, debo admitirlo, el que me hubiera tomado la libertad de amarlas cuando de una manera tan clara me lo habían prohibido; prometían no volver a verme nunca en el metro y , si acaso lo hacían y lograban reconocerme, procederían a ignorarme y asegurarse al mismo tiempo de que yo me diera totalmente cuenta de su desdén.
***
Después la volví a ver en el metro, en la misma estación donde la conocí. Estaba haciendo un performance de danza moderna y había más de 5 cámaras alrededor de su compañía grabándolo todo. La gente pasaba a su lado, la mayoría indiferentes, los menos se detenían, ponían cara de sumo interés y fingían entender lo que veían. Algunos ni siquiera lo fingían, pude darme cuenta que sólo estaban ahí porque se habían enamorado de ella. Ni siquiera disimulaban, no pedían permiso para mirarle las nalgas, hijos de puta.
Los celos me consumían, debo admitirlo, pero no tenía ningún caso: Hombres, mujeres y niños la miraban... niños a los que aquel fugaz vistazo a sus ojos grandes y a sus piernas los acababan de condenar a una vida llena de melancolía que en el futuro encontrarían inexplicable; y es que enamorarse a los 6, 7, u 8 años es algo terrible, tu corazón se rompe y dada tu inexperiencia y la falta de estudios científicos al respecto es muy difícil que nunca llegues a descubrir la causa o que algún doctor te diagnostique; pasas entonces la vida persiguiendo romances quijotescos, condenados al fracaso porque una vez, cuando eras niño, te enamoraste de alguien de belleza superlativa y, por tonto, pensaste que lo que sentías era que extrañabas tus juguetes.
Al terminar la presentación algunos de los presentes, los que no estaban estupefactos, aplaudieron. Yo sólo sonreí y seguí de largo. Debí preguntarle si me reconoció, si había leído mis poemas en algún periódico y me había ganado el permiso de soñar con ella, si acaso (improbablemente) ella era de verdad alguna de las mujeres cuyas encendidas cartas estaban en mi escritorio llenas de restos de comida y de café muy caro.
Pero ese nunca ha sido el punto, y los que no están locos son incapaces de entender para que nos enamoramos los esquizofrénicos.
Traté de dormir esa noche, pero no pude porque lo único que hice fue pensar en ella, en tratar de decidir entre odiarla y amarla. Verán, para mí, es muy difícil decidir, tengo principios de esquizofrenia.
No se preocupen, la mantengo controlada con medicamentos.
Pero eso no me impide ser un romántico empedernido.
Algunos dirían que mi locura me hace más propenso a enamorarme, pero esas personas no son psiquiatras, son poetas o lectores voraces y todos sabemos que no se puede confiar en los poetas. Son ladinos, les encanta seducir a señoritas aunque a estas no les guste la poesía y escriben palabras de amor que no sienten, no se toman en serio ni les dejan de parecer ridículas. Babosos.
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Cuando amaneció yo tenía los ojos hinchados de no dormir, la garganta me reclamaba por la sed que le hice pasar y la cabeza me estaba a punto de explotar de odio, de amor o de las dos cosas.
Nos conocimos en el metro. Me armé de valor, me le acerqué y tratando de parecer lo menos extraño posible le pedí permiso para soñar con ella. Por supuesto me lo negó, altanera y orgullosa.
Por supuesto que eso de pedirle permiso fue una mera cortesía, un descarado intento de quedar bien pero sin tener la menor intención de en realidad comprometerme a nada.
No le hice caso y comencé a soñar con ella casi diario. Dormido, despierto, daba igual. Después, llegando ya al límite del descaro, comencé a escribirle algunas cosas que a falta de un mejor nombre y con mucha vergüenza tuve que llamar poesías. También me gusta dibujar así que empecé a dibujar su rostro, lo mejor que pude recordarlo de aquella la única vez que la vi, en hojas de libreta cuadriculadas que no se hicieron para el amor, si no para las matemáticas; en fin, a amarla sin su permiso como el loco que, les repito, clínicamente soy.
Mi familia tiene amigos poderosos y así logré publicar algunos de mis escritos en los complementos culturales de los diarios más importantes del país. Cada uno venía acompañado de una dedicatoria que no podía ser más directa, descarada y desafiante. Decía así: "para ella, altanera belleza a la que le pedí permiso para amar (en el metro) y me lo negó."
Los críticos, algunos más por miedo y lambisconería para con los amigos poderosos de mi familia que porque de verdad lo creyeran se apresuraron a alabarme, sobre todo la dedicatoria, a la que le atribuían cualidades que combinaban la exquisitez clásica con la sabiduría callejera del barrio, del metro.
Puras mamadas.
Pero lo peor fue cuando al mes de haberse publicado el último de mis textos recibí por lo menos 5 cartas de señoritas profundamente ofendidas que me reclamaban, con todo derecho, debo admitirlo, el que me hubiera tomado la libertad de amarlas cuando de una manera tan clara me lo habían prohibido; prometían no volver a verme nunca en el metro y , si acaso lo hacían y lograban reconocerme, procederían a ignorarme y asegurarse al mismo tiempo de que yo me diera totalmente cuenta de su desdén.
***
Después la volví a ver en el metro, en la misma estación donde la conocí. Estaba haciendo un performance de danza moderna y había más de 5 cámaras alrededor de su compañía grabándolo todo. La gente pasaba a su lado, la mayoría indiferentes, los menos se detenían, ponían cara de sumo interés y fingían entender lo que veían. Algunos ni siquiera lo fingían, pude darme cuenta que sólo estaban ahí porque se habían enamorado de ella. Ni siquiera disimulaban, no pedían permiso para mirarle las nalgas, hijos de puta.
Los celos me consumían, debo admitirlo, pero no tenía ningún caso: Hombres, mujeres y niños la miraban... niños a los que aquel fugaz vistazo a sus ojos grandes y a sus piernas los acababan de condenar a una vida llena de melancolía que en el futuro encontrarían inexplicable; y es que enamorarse a los 6, 7, u 8 años es algo terrible, tu corazón se rompe y dada tu inexperiencia y la falta de estudios científicos al respecto es muy difícil que nunca llegues a descubrir la causa o que algún doctor te diagnostique; pasas entonces la vida persiguiendo romances quijotescos, condenados al fracaso porque una vez, cuando eras niño, te enamoraste de alguien de belleza superlativa y, por tonto, pensaste que lo que sentías era que extrañabas tus juguetes.
Al terminar la presentación algunos de los presentes, los que no estaban estupefactos, aplaudieron. Yo sólo sonreí y seguí de largo. Debí preguntarle si me reconoció, si había leído mis poemas en algún periódico y me había ganado el permiso de soñar con ella, si acaso (improbablemente) ella era de verdad alguna de las mujeres cuyas encendidas cartas estaban en mi escritorio llenas de restos de comida y de café muy caro.
Pero ese nunca ha sido el punto, y los que no están locos son incapaces de entender para que nos enamoramos los esquizofrénicos.
21 de julio de 2012
Como Paul McCartney
ella era muy bonita, además le encantaba cantar, bailar, enamorarse, desenamorarse y los karaokes; bailar y besarse con los chicos malos en las fiestas de su facultad, volverse loca, olvidarse de lo hermosa que era, lo insensata e irresponsablemente hermosa que era todo el pinche día: podía estar borracha al punto de no recordar su nombre ni que carajos hacía ahí a esa hora y aún así serían pocos quienes al verla no se enamoraran un poco y quisieran por supuesto llevarla a la cama, tal vez decirle cosas bonitas luego en un parque.
Pero lo que hizo que él, que él, se enamorara de ella, fue su improbable gusto por The National,
por Taking Back Sunday
y por la poesía de Joaquín Sabina.
más que escuchar sus canciones, le encantaba leer sus letras, recitarlas y dormirse pensando en ellas.
le dio tanta risa cuando lo supo y no pudo evitar verla a partir de ese momento con una mirada de cachorro abandonado, de científico enamorado* ante, la verdad, muy general indiferencia y evidente incomodidad de la artista.
¿pero como podía evitarlo?, ¿el que culpa tenía de que ella fuera tan, pero tan perfecta, que parecía una ridícula fantasía de escritor moribundo y solitario? Ninguna y por lo tanto, ni quería ni podía evitar esa sensación de amor verdadero y demostrarlo de una manera que haría sentir pena ajena incluso a alguien como Paul McCartney.
***
pero obviamente ella era una fantasía.
no digo que no existiera, que cada una de las cosas que aquí les estoy contando de ella no sean tal y como se las describo (le encanta cantar y bailar, aunque ambas cosas las hace bastante mal, igual que enamorarse y tomar de la mano y nunca soltarse), pero todo era claramente una fantasía.
las fantasías no duran mucho, duran hasta que se acaba el libro, hasta que te despiertas. Hasta que te das cuenta que esa sensación que has tenido desde el principio de "esto no puede ser cierto" es completamente cierta.
hasta que estás leyendo poesía de Jaime Sabines en voz alta de una manera que no sólo al autor, que la usaba principalmente para conquistar alumnas fácilmente impresionables por leyendas vivas de la poesía durante su periodo como catedrático en la UNAM y después a transeúntes y vecinas, si no también a otros poetas más miserables y con menos premios, les daría una profunda vergüenza.
pero la verdad, da igual, todo da igual.Que esto es sólo un juego y ese muchacho, en cuanto se de cuenta que ni está sufriendo, que sólo ama la sensación de tener una causa justa y verdadera por la cual ponerse pedo, estará bien.
* es peor, mil veces peor, que la de un adolescente enamorado.
Pero lo que hizo que él, que él, se enamorara de ella, fue su improbable gusto por The National,
por Taking Back Sunday
y por la poesía de Joaquín Sabina.
más que escuchar sus canciones, le encantaba leer sus letras, recitarlas y dormirse pensando en ellas.
le dio tanta risa cuando lo supo y no pudo evitar verla a partir de ese momento con una mirada de cachorro abandonado, de científico enamorado* ante, la verdad, muy general indiferencia y evidente incomodidad de la artista.
¿pero como podía evitarlo?, ¿el que culpa tenía de que ella fuera tan, pero tan perfecta, que parecía una ridícula fantasía de escritor moribundo y solitario? Ninguna y por lo tanto, ni quería ni podía evitar esa sensación de amor verdadero y demostrarlo de una manera que haría sentir pena ajena incluso a alguien como Paul McCartney.
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pero obviamente ella era una fantasía.
no digo que no existiera, que cada una de las cosas que aquí les estoy contando de ella no sean tal y como se las describo (le encanta cantar y bailar, aunque ambas cosas las hace bastante mal, igual que enamorarse y tomar de la mano y nunca soltarse), pero todo era claramente una fantasía.
las fantasías no duran mucho, duran hasta que se acaba el libro, hasta que te despiertas. Hasta que te das cuenta que esa sensación que has tenido desde el principio de "esto no puede ser cierto" es completamente cierta.
hasta que estás leyendo poesía de Jaime Sabines en voz alta de una manera que no sólo al autor, que la usaba principalmente para conquistar alumnas fácilmente impresionables por leyendas vivas de la poesía durante su periodo como catedrático en la UNAM y después a transeúntes y vecinas, si no también a otros poetas más miserables y con menos premios, les daría una profunda vergüenza.
pero la verdad, da igual, todo da igual.Que esto es sólo un juego y ese muchacho, en cuanto se de cuenta que ni está sufriendo, que sólo ama la sensación de tener una causa justa y verdadera por la cual ponerse pedo, estará bien.
* es peor, mil veces peor, que la de un adolescente enamorado.
12 de julio de 2012
La guerra interminable.
la amo, por supuesto que la amo. Insistió el espadachín, que se creía moribundo pero solamente estaba borracho.
"pero con la finalidad de que no se entere, la insulto hasta que está furiosa, niego apreciar su infinita belleza y le digo que es fea como una blasfemia. Le aviento fruta podrida a manera de broma, me comporto como un colegial. Que risa da. Me detesta".
"pero es que soy un espadachín, un temible asesino a sueldo, no puedo permitir que me sepan enamorado. No se vería nada bien verme por la calle con un ramo de flores en la mano en lugar de atento a la empuñadura de mi espada, lista para desenfundar" reflexiona muy serio y con toda la razón, el espadachín que antes de andarse enamorando tenía una reputacipon que cuidar.
estaba en una sucia cama del hospital de campaña, ya sin una pierna, ya casi sin un brazo ese ridículo asesino, infeliz asesino, brutal como sólo pudo haber sido brutal un siglo XVII con muchas guerras y sin antibióticos pero si con mucho alcohol, mucha hombría que andar probando degollando gargantas y con putas y sobre todo mucha religión.
la batalla ese día había sido especialmente brutal. Ya no le quedaban prácticamente amigos vivos y los que le quedaban ya estarían más de aquel lado que de este. ¿Pero qué se le iba a hacer?, así eran las guerras en el futuro: las luchas contra razas alienígenas que nada entendían de la convención de Ginebra, de reglas de combate y de piedad eran otra cosa, existía otro nivel de barbarie y de crueldad.
habían muerto unos miles pero por lo menos ya era suyo el asteroide y los generales podían descansar tranquilos esa noche.
y es que haber avanzado aunque fuera unos metros las trincheras, era razón para celebrar, ¿no?, se podía pensar que había valido la pena casi morir, quedarse sin un brazo y sin una pierna, al borde de la muerte y con el corazón roto-- "le hubiera dicho en la escuela, donde la conocí, cuanto me gustaba a la condenada", no dejaba de dejarse en ridículo el valiente soldado diciendo ese tipo de cosas en voz alta. Todos lo estaban escuchando, ¿qué no se daba cuenta? Dios.
si sólo le hubiera dicho algo, se lamenta ahora ya delirando. El pobre, con la gangrena avanzando por su cuerpo. Lo mal que olía, caray.
"pero con la finalidad de que no se entere, la insulto hasta que está furiosa, niego apreciar su infinita belleza y le digo que es fea como una blasfemia. Le aviento fruta podrida a manera de broma, me comporto como un colegial. Que risa da. Me detesta".
"pero es que soy un espadachín, un temible asesino a sueldo, no puedo permitir que me sepan enamorado. No se vería nada bien verme por la calle con un ramo de flores en la mano en lugar de atento a la empuñadura de mi espada, lista para desenfundar" reflexiona muy serio y con toda la razón, el espadachín que antes de andarse enamorando tenía una reputacipon que cuidar.
estaba en una sucia cama del hospital de campaña, ya sin una pierna, ya casi sin un brazo ese ridículo asesino, infeliz asesino, brutal como sólo pudo haber sido brutal un siglo XVII con muchas guerras y sin antibióticos pero si con mucho alcohol, mucha hombría que andar probando degollando gargantas y con putas y sobre todo mucha religión.
la batalla ese día había sido especialmente brutal. Ya no le quedaban prácticamente amigos vivos y los que le quedaban ya estarían más de aquel lado que de este. ¿Pero qué se le iba a hacer?, así eran las guerras en el futuro: las luchas contra razas alienígenas que nada entendían de la convención de Ginebra, de reglas de combate y de piedad eran otra cosa, existía otro nivel de barbarie y de crueldad.
habían muerto unos miles pero por lo menos ya era suyo el asteroide y los generales podían descansar tranquilos esa noche.
y es que haber avanzado aunque fuera unos metros las trincheras, era razón para celebrar, ¿no?, se podía pensar que había valido la pena casi morir, quedarse sin un brazo y sin una pierna, al borde de la muerte y con el corazón roto-- "le hubiera dicho en la escuela, donde la conocí, cuanto me gustaba a la condenada", no dejaba de dejarse en ridículo el valiente soldado diciendo ese tipo de cosas en voz alta. Todos lo estaban escuchando, ¿qué no se daba cuenta? Dios.
si sólo le hubiera dicho algo, se lamenta ahora ya delirando. El pobre, con la gangrena avanzando por su cuerpo. Lo mal que olía, caray.
8 de julio de 2012
Sacarse la lotería. Una historia de amor verdadero.
este cuento NO está basado en hechos reales, lo repito, esta historia NO está basada en hechos reales.
existe el mito de que toda historia de amor que tiene un final feliz (del tipo "vivieron felices para siempre"), es una historia de fantasía, fuera de este mundo.
por eso contaré, exactamente como pasó (bueno, lo mejor que lo puedo recordar) la historia de como nos conocimos, nos enamoramos y acabamos viviendo juntos y felices por siempre yo y Mariana. Incluso los días malos. Somos y seremos tan felices que es de no creerse, siempre tan cursis y lindos, siempre los detallitos al despertar y al final del día. Se los juro. Es como era en la televisión. Incluso mejor.
Dedicado a todos aquellos que ya perdieron la esperanza.
El meteorito.
la quise desde que la vi y dije "que bonita niña de quince años". Fue un alivio para mí saber que no tenía quince años. Que hacía un café estupendo pero que preparaba mejor aún las micheladas. Que era musa de muchos músicos, novelistas y más de un poeta inmortal catedrático de la facultad de filosofía y letras. Que todos iban a visitarla para inspirarse y escribir sus estupideces sin fundamento (el amor infinito… a quién se le ocurre), sus versos eternos.
yo sabía entonces, que no había esperanza. Que la batalla, la guerra, todo, lo había perdido. Que que bonito sería… Invitarle una cerveza. Decirle, "el idiota de tu novio no te merece" y que ella dijera "¿no, verdad?… Sería cosa de preguntarle si estaba de acuerdo o no. De ofrecerle mi corazón. Que se yo, de ganarme la lotería.
así es. Ella ya estaba enamorada. De un patán de esos que se les hacen tan irresistibles… mi única esperanza era que callera un meteorito, que empezara una guerra, que sucediera algo terrible que decimara a la población masculina y me dejara como el último hombre en la tierra. Gracias a dios, o a no sé quien, pasó. Como todos sabemos ya, hace unas semanas cayó un meteorito del tamaño de California en la Antártica, provocando un cataclismo que eliminó al 96% de toda la vida en la tierra y un porcentaje incluso máyor del total de la raza humana. Incluyendo a su (ex)novio.
vaya, que no soy el último hombre en la tierra, pero ya no quedan muchas otras opciones.
ya no importó el dinero. Lo único que importaba era la supervivencia de la raza humana y por supuesto, como no, del verdadero amor.
no cabe duda, la tragedia de uno es la alegría de otro. Todo pasa por algo, todos vinimos a esta tierra con una misión, las crisis no son otra cosa que una oportunidad etc., Etc.
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