11 de febrero de 2008

todas las veces que te he querido (chantajear)

vámonos caminando otra vez, para el otro lado. Y nos vamos caminando, agarraditos de la mano, aprovechando cualquier ocasión para abrazarnos, besarnos, despeinarnos acariciándonos la nuca y acabar totalmente impresentables. “Así no podemos ir a nuestras casas… mucho menos tú, que vives con tus padres, tenemos que pasar la noche en un motel infame o en un hotel barato”, traté de aprovecharme de la situación, “mi vida, mi niño, amor platónico…”, ¿cuándo se revirtieron los papeles?, confundido, me apresuré a pensar, “…¿por quién me tomas?”, continuaste, indiferente a lo que pensaba, “este cabello alborotado se puede explicar fácilmente por el viento…”

“…creo que se ve oscuro y parece que va a llover”, dijiste, “y el viento sopla como si fuera el fin del mundo”, dijiste, “y hace frío que es como el frío de estar muerta” dijiste y sonreíste por un segundo, declarándote abiertamente una admiradora hardcore de The Cure. “Musa pequeña, chiquita, ya te vas para allá”, dije yo, tratando de esconder mi desesperación. “La musa es una puta que siempre se va con Serrat”, declaraste, ofendida, “La inspiración…”, te corregí, “…Sabinita”, “Oh, carajo, Sabinita o una musa”, me reclamaste y me besaste, entre risas que yo más bien trataba de entender mientras mordías mis labios. “Auch”, dije yo y me zafé, me limpié la boca con la mano y probé una gota de sangre, “eres una nena”, te burlaste.

voy a llegar tarde, si es que llego en medio de esta desesperación, y las cosas son peores porque esta calle, que ya no forma parte del cuadro principal de la ciudad, el turístico, el patrimonio cultural de la humanidad, esta casi totalmente a obscuras y la banqueta, bajo nuestros pies, se vuelve irregular, lamentable y francamente peligrosa para ti, mi amor, que traes tacones. Insisto en seguir caminando, buscando un lugar solitario, donde nos podamos besar eternamente hasta que amanezca, o mientras te aburres y te vas.

***

y cuando te pienso, entonces me siento feliz. No hay comentario social que hacer que valga la pena, con este gazolinaso que le sube el precio a todo y seguramente me va a adelgazar. Mejor hablo de amor y amor, mientras exista, mientras sea hora de hablar de amor o de no hablar de nada. No va a ser fácil encontrarte en esa ciudad, con esa gente, en medio de esa multitud abrumadora junto a tu amor, ese que te quiere y te lo dice diario. Pero yo también te quiero y no te lo digo diario, no te lo puedo decir diario, no te puedes ni siquiera enterar que te quiero y nadie a mí alrededor lo puede sospechar, de eso se trata esto, de callarse, despistar, olvidar dizque olvido.

***

Las advertencias en la carretera se amontonan así que el chofer se detiene y nos pide amablemente que descansemos, nos dice que nos vamos a atrincherar ahí, a la orilla de la carretera. Ha llovido muy fuerte, fue una tormenta inesperada, con tornados y toda la cosa y le ha sido prácticamente imposible al ejército contener completamente la situación. Por eso tenemos que esperar. Entendemos y algunos duermen, algunos no pueden y permanecen despiertos, inquietos, al pendiente de algún ataque. Yo también estoy despierto pero por otra razón. Estoy nervioso, casi desesperado por la posibilidad de verla. Reviso el borrador de la carta mientras siento a mí alrededor como el nerviosismo crece, algunos que dormían se despiertan; alguien vio una sombra moverse torpemente entre los matorrales. Algunos hombres debaten que hacer, discuten, desesperados comparten puntos de vista y posibilidades de acción. Podríamos disparar, sugiere uno… no seas imbécil, los disparos pueden atraer a más, mejor nos quedamos callados y esperamos que esto pase y amanezca… sugiere otro, más sensato. Llegan a los golpes pero yo permanezco en mi asiento, mientras ambas facciones tratan de separarlos haciendo el menor ruido posible, revisando la carta y encuentro algunos enunciados que no me gustan. Tomo nota y guardo el papel. Me dispongo a dormir, si puedo. La gente a mí alrededor se ha cansado de pelear, la mayoría ya se durmió, incluyendo los vigías que habían acordado hacer guardia.

***

ya me ganó el odio, el enojo, la rabia que tengo aquí tan a un lado. Pobre tonto.

Mientras trato de recordarte, de imaginarte, de volverte a dibujar exactamente, mientras me olvido más o menos de que estaba enojado.



Iba para torero, cobarde y artista.