27 de marzo de 2008

estoy en mi clase de literatura, y estamos hablando de narcotráfico, de Eugenio Derbez y el Güiri güiri (por cierto, me encantas cuando te ríes con esa risita nerviosa, en clase, y todos en el salón te voltean a ver mientras tu, gradualmente, te empiezas a carcajear)

me gustan, también, los entremeses. Se escuchan interesantes, graciosos, como tú cuando tratas de hablar de matemáticas, política y deportes. Con esa cara tan seria, como si supieras de que estás hablando, como cuando me dices que no me amas.

las clases me tienen harto, debería estar estudiando para mi examen, que es en cinco minutos, pero mi problema es que me gusta estar pensando en ti, a cualquier hora, incluso ahora. Me gusta imaginarte leyendo tus revistas de moda y probándote ropa en las tiendas fresas, me gusta imaginarte desnuda y enamorada, no nada más desnuda; me gusta imaginarte tomando café y derramándolo en las piernas de tu novio, porque eres tan irremediablemente torpe, mensa (ya me cansé de decirte hermosa) y me gusta imaginarte como si no lo fueras; me gusta manipularte, quererte, pensarte, olvidarte para siempre y luego, para mi absoluta sorpresa

la poesía despeinada, me gustan los estadios llenos, los vestidos vacíos tirados apresuradamente en el piso, las paradas de combi vacías, no sé por qué.