21 de abril de 2008

Supervillanos 8: Death Proof


los críticos de cine se quedaron con Tarantino. El tipo ha pasado de convertirse en uno de los directores más entretenidos, valemadristas y contestatarios del mundo, a ser la prueba "irrefutable" de que los críticos también pueden ser "cool". Se ha convertido en el grupo de rock clásico que los viejos le ponen a sus hijos adolescentes para impresionarlos, una vez que han descubierto que les gustan The Strokes y creen reconocer en ese sonido vagamente familiar una pequeña ventana a través de la cual puedan acercarse a sus retoños, esos desconocidos. Una vez vista Death Proof uno se da cuenta que Tarantino ya se la creyó toda. La película tiene momentos de genialidad espectaculares, que sin embargo son magra recompensa por todo el tedio y conversación “cool” entre las protagonistas que tenemos que soportar. Llega un momento en que uno no puede dejar de gritar ni evitar que todos te miren raro, por andar gritando a media película: “yaaaaa güey, que pase algo, me vale madre lo que estén diciendo esas pendejas, ojalá se mueran por enfadosas, no mames pinche Tarantino… ¡yaaa weey! Déjate de mamadas o te voy a partir en dos con una espada de esas de Hatori Hanzo, la que usó Butch para rescatar a…, de preferencia”, y como Tarantino es, o era hasta hace poco un compa, uno le podría decir eso y no hay pedo. Pero los críticos de cine lo secuestraron para convencerse de que ellos también podían ser hip y cool, para usar al pobre tipo como bandera: “vean, se puede hacer cine de entretenimiento y arte al mismo tiempo”, porque en Europa, el cine aún es considerado un arte. En Europa son unos mamones, lo han sido desde la época gloriosa de Grecia (hace unos 3000 años), pasando por la grandiosidad del coliseo romano, la era medieval con su inquisición, oscurantismo y peste bubónica y ahora, que se creen la gran caca y hacen cine autocomplaciente, pretencioso y de “arte”. Y no contentos con eso secuestraron a Tarantino y se llevaron su Death Proof a Cannes (restaurando, incluso, que poca madre, el "missing reel"), ¡hijos de siete! Exactamente lo que le pasó a Jim Jarmusch con sus Flores Rotas. Prefiero que mis ídolos se vendan, como lo hizo Scorsese con Los Infiltrados a que se encierren en si mismos, convencidísimos de su grandeza y acaben haciendo películas aburridísimas, pretenciosas y asquerosas, tan llenas de si y tan autoreferenciales como un podcast de Olalla Rubio, pero con mucha menor capacidad de dejar de tomarse en serio, como Dieguito y Gael. No sé que va a pasar el día que del Toro deje de hacer películas de Hellboy y empiece a filmar con la intención de recibir ovaciones de pie en Cannes, como le pasó con El Laberinto del Fauno. Esos aplausos que el público de Cannes da “espontáneamente” más para felicitarse a ellos mismos por ser tan guapos e inteligentes, “no mames, como disfrutamos está obra de arte, que capaces somos de apreciar la brillantez de esta cinta, nadie como nosotros”, que para premiar la película.

le exijo a esos críticos mamones y a Cannes que me devuelvan a Tarantino. Pueden quedarse con Reygadas y todas las óperas primas que se estrenaron el año pasado en Morelia, es más, quédense con Jim Jarmusch si quieren… total, si sigue con sus mamadas puedo simplemente rentar Coffe & Cigarrettes y ver Dead Man y Ghost Dog una y otra vez pero por favor, dejen a Tarantino en Paz. Las Películas que ha hecho simplemente no son suficientes, se ve que el muchacho puede darnos más, y ustedes lo están arruinando todo.