2 de noviembre de 2008

3

páginas perdidas

A name
In your recollection,
Down among a million SAME.


el tercer paso en este proceso es totalmente ilógico, como caminar directo a un acantilado, como empaparse cuando traes sombrilla o cuando te podrías refugiar perfectamente bajo algún techo improvisado que te encuentres en la calle.

(dime, ¿qué vamos a hacer si despertamos juntos y nos demos cuenta que se acabó la pasta de dientes?; si hace mucho calor y estamos lejos de la frontera húmeda donde se acaba el desierto; si me encuentro solo una noche, estoy borracho y tú no estás ahí pero ella sí, quien quiera que sea)

***

me levanté, sangrando y todavía borracho; no podía cerrar la boca porque la tenía hinchada y estaba babeando y sangrando por igual, no me di cuenta hasta que me miré en el cristal de un coche. Seguí caminando como si caminar no importara, pisando charcos y pateando piedras tan lejos como las pudiera mandar. A veces las tomaba con la mano y rompía algún vidrio.

no tenía ni mi cartera ni mis llaves. No sé para que se llevaron mis llaves. Mi celular que es una lágrima, me lo dejaron, pero no podía hacer ninguna llamada porque no tenía batería. Llegué a mi casa como a las 5 y lo primero que hice fue llamarla para saludarla y luego colgar antes de que contestara. No le conté lo que me había pasado en la noche; que vi a Juan en el bar, que saliendo me asaltaron ni como le hice para entrar a la casa, anécdota que fue toda una aventura (los vecinos no me hablan, tengo una demanda pendiente). Cuando hablo con ella nunca sé que decir.

Marco de nuevo y dejo que timbre, imprudente, riéndome como un niño; espero

***

me queda darte una disculpa. No me alcanza para un clavel. Estoy tirado en el piso de mi cuarto, borracho y ojeroso, cansado y asustado. Me gasté todo mi dinero en películas y libros, que me emborrachan tanto como tu alcohol y tu marihuana, mis sábados de soledad inapelable, de tierra en la cochera, de libros partidos por la mitad y de palabras y recuerdos inventados con toda la intención, absurdos, de quedarse con tu recuerdo como dibujado en una hoja blanca en tiza y luego mal borrado con la mano (queda difuminado, como directo de un sueño en blanco y negro, como los que tengo contigo siempre que me voy a dormir borracho); mirarlo ( mirarte) con la cara de lado, apoyada en el colchón del sillón, con los ojos medio cerrados

Al final (si te queda claro), en otro tiempo pero antes de que sea el último día en el calendario Maya, nos escapamos al espacio.