19 de noviembre de 2008

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Nombres y Apellidos
(Spoiler Alert)

Le llame, y no pasó nada. Así de fácil, no pasó absolutamente nada. ¿Qué podía pasar?, había que buscar un lugar donde esconderse. Como esconderse de un asesino y luego salir de la alcantarilla, ver a otro vagabundo tirado junto a ti y darte cuenta que nunca estuviste contemplado y sentirte poco importante. Que cosas, que desesperanza, que callada te quedas cuando te miro - que tonto me veo cuando te miro-.

***

Hace como dos años que no me puedo enamorar, ni sentir nada. Las causas, luego, a detalle, se las contaré: dos niñas, una que me lastimó (sin querer, la verdad fue mutuo, no me puedo poner de víctima), otra a la que lastimé (desproporcionadamente), y después de eso… nada, imagínense eso... o casi nada… así de ojete.

Generalmente, cuando salgo con una señorita, una niña, una mujer disfrazada de niña; me aburro enseguida… Jajaja jejeje jijiji la primera cita, la segunda… el primer beso, que hermoso, las maripositas revoloteando como idiotas en mi estómago. Y luego se mueren. La tercera vez que la veo no puedo dejar de pensar en la siguiente, en otra (no tiene que ser alguien real… puede ser una muchacha hermosa que pasó junto a nosotros o frente a mí mientras estábamos juntos, sentados en la plaza) en ya irme de ahí, en lo mucho que me molesta su mirada medio tierna, medio enamorada (no le creo nada y sí acaso la siento sincera, es peor) y entonces me voy, me alejo o empiezo simplemente a mirar a otro lado, a ver si cuando voltee a donde estaba ya no está ahí y ya puedo ponerme mis audífonos e irme de una vez a mi casa escuchando; últimamente, a Bob Dylan, siempre a Calamaro, que me comprende como nadie. Pero no es nada personal, nunca.

***

Ah no, pero ella era diferente. Claro, el proceso fue el mismo. La conozco, me gusta, nos vemos, yo me escudo… de repente, esperar a que se fuera, seguir viéndola sólo porque ella quería, yo medio harto… De repente… ¡sopas!, ella sí me gustaba de verdad, ¡carajo!, y vaya que me preocupé. Como un imbécil, empecé a tartamudear cada vez más y a no saber como dejar de sonreír sin verme como un estúpido mientras estaba junto a ella. Me atrae de una manera diferente. Me intimida. Me hace sentir que estoy dispuesto a soportarle cualquier desplante, soportar cualquier espera, etc., y eso es algo muy tonto.

Pero hay un problema: cuando estoy con ella me siento enamorado como un enamorado desesperado pero, sobre todo, me siento solo. Pero no esa soledad que me encanta, es otra más patética.

Y ahorita, nada... Todo nuestro entorno, que es más bien su entorno y en el que yo sólo estoy episódicamente, me culpa a mí de cómo están ahora las cosas. Pero es que no lo ven como yo: que nunca ha sido diferente. Claro, nunca han estado en mi lugar. Digo, cuando la conocí, ella todavía andaba con alguien, ya nos coqueteábamos (o lo imaginé, ahora me da la impresión de que todo lo concerniente a este asunto lo imagino) luego terminó tormentosamente con esa pareja, y yo, respetando ese momento y cuidándome de no acabar siendo el imbécil de rebote, nunca me decidí a hacer ningún movimiento. Siempre esperaba a que ella (en parte porque ella misma me dijo que así lo hiciera) me llamara, a que quisiera verme, si coincidíamos en alguna reunión, a que ella decidiera sentarse junto a mí, etc. Nunca le dije lo que sentía porque ya lo he sentido muchas veces y siempre resulta al final que no era cierto y andar diciendo cosas así de irresponsables sólo termina por empeorar toda la situación. Cuando me di cuenta que, que lo que sentía era de verdad ya era más bien tarde… o no, porque nunca hubo un momento adecuado para hacer nada porque ella no estaba dispuesta… ahm… ya que. Ahora sólo hay que olvidar, exorcizarse y volver, que lo mismo da.

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Un día, en el que acabé especialmente desengañado y encabronado, caminé una hora desde el centro hasta mi casa. Casi al final del camino, hay un walmart. Había un carrito abandonado detrás del estacionamiento y me lo traje hasta mi casa, según yo muy encabronado. Me sentía un agente del caos con mi carrito. Lo llevé a través del libramiento, pasé por varias tiendas y algún bar. La gente me mira y me deja de ver, como si fuera sólo un indigente más