16 de diciembre de 2008

niña esqueleto

veía la cantera rosa, la catedral iluminada, cuando salía del centro percibía el fuerte olor a coladera y a mota que da junto a ciertas ventanas, y también eso me impresionaba: no me daba asco ni nada, me parecía fascinante todo. Morelia me atrapaba más alla de esa atmósfera que le encanta tanto a los turistas: no nada más las banquetas de esas cuatro manzanas del centro de las que no salen, los edificios de cantera, la catedral de noche (me encantaba de cerca, pero me gustaba más verla desde lejos, a las afueras de la ciudad mientras viajaba en la combi gris, que le da vuelta a todo Morelia, sobresaliendo sobre todos los demás focos de las otras casas encendidas que de lejos se ven tan diminutos e insignificantes junto a esa cosa majestuosa), todo en Morelia me parecía hermoso e hipnotizante; aquí, me sentía siempre ligeramente mareado.

Una vez, la que más recuerdo, fui con Paco y el Rauda. Traía como 200 pesos y mi credencial de estudiante me ayudó a ahorrarme la mitad de los dos pasajes, así que todavía me quedaron ciento y algo para gastar. Nos quedamos en casa del pinky (esa vez si le pedí las llaves) y compramos una botella de Reyes, a 25 pesos, y algunos refrescos y nos pusimos una peda majestuosa en la noche, después de verla a ella y a una amiga en la tarde, como una hora en el centro. Le había comprado una pulsera de cinco pesos y un llavero de South Park pero no se lo di porque cuando se lo ofrecí no lo aceptó en broma y se lo regalé a su amiga. Ya no se animó a volverlo a pedir y sólo me miró con una expresión muy extrañada, como recriminándome mi estupidez. Le digo algo al oído y se muere de risa. Al final de esa noche estábamos los tres tan pedos que Paco tenía miedo de ahogarse en su propio vómito así que yo agarré el catre donde iba a dormir y me lo llevé al cuarto donde estaban ellos dos, para cuidarnos los unos a los otros que ninguno se muriera ahogado en su vomito. Nos quedamos dormidos de inmediato y todo quedó en buenas intenciones. Al siguiente día me levanté muy fresco; era de mis primeras borracheras y no me dio cruda. Me quedé en la casa en la mañana a a escribirle una carta mientras veia ESPN (me acuerdo perfecto, era el juego de Inglaterra contra Andorra, de clasificación para la Eurocopa de Portugal y los ingleses ganaron 2 a 0), mientras ellos dos se iban a turistear. Se acabaron perdiendo.

No traía ni hojas ni pluma así que tuve que buscar en los cajones del Pinky, encontré una sucia y un lapiz con la punta redonda, a punto de acabarse. No me podía equivocar así que pensé bien las palabras y me puse a hacer cuentas, a ver, ahm… ¿cuánto la quiero?… 1, 2 3

La vi un rato en la tarde, la hubiera visto un poco más pero antes de llegar tuvo que ir a rescatar a los idiotas de Paco y el Rauda. Ellos se fueron antes a Zamora y yo la acompañé a ella a un café. No me alcanzaba para pedir comida y no le quería pedir prestado así que nada más tomé un té helado que no sabía a nada y me dio más hambre. No podía pensar en otra cosa que eso así que me hundí en el sillón mientras ella hablaba y hablaba y se reía como nunca antes; y yo nada más pensaba en que quería besarla pero me estaba muriendo de hambre y tenía frío, y por cierto ¿qué coño está diciendo?, sí sí ¿sabes? no sé porque te veo tan bonita, nunca te había visto tan bonita como hoy… me encantabas, sí, me fascinas y me matas de la risa pero no me gustabas, para nada, como me estás gustando ahorita… -tiene unos ojos y una boca grandes, se ve mejor con lentes pero no los trae- y seguramente se está burlando de todos aquí, sobre todo del mesero que es muy torpe; estoy muy mareado, debe ser esta estúpida hambre, sólo he comido un paquete de galletas en todo el día, debe ser eso y el amor y la borrachera de ayer o… ¿o es la borrachera de estar enamorado?, debe ser la felicidad, claro, pero no entiendo, es tan poco esto; nada más estoy sentado junto a ella en un sillón de un café en una ciudad donde todos son tan absurdamente amables, ¿qué coño le pusieron a mi té?, no nada, entonces debe ser una felicidad falsa, pero me da igual, la acepto y estoy seguro que ahora mismo le agarro la mano y me vuelvo loco.

Me acompañó hasta la parada y, cuando estaba a punto de subirme a la combi me dio un beso. Apenas duró un segundo, nos separamos y nos miramos otro; me subí de inmediato a la combi, hasta me animé a sentarme junto al conductor (generalmente me da pena sentarme enfrente). Llegando a la central vi que toda la comida estaba carísima y a mi apenas me quedaba para el taxi que tenía que tomar cuando llegara a Zamora. Estoy tan enamorado, ay ay ay, blah blah blah. Me manda un mensaje donde me dice puras bobadas pero eso es perfecto ahora. Sospecho, apenas, que nada más está jugando... pero es un juego tan divertido.

Volví lo más pronto que pude a Morelia, cuatro meses después, pero ya no la volví a ver. Llevo como cuatro años aquí y claro que nunca me la he encontrado en la calle.