9 de febrero de 2011

las sopas enlatadas y otras comidas instantáneas

bueno, hoy estoy comiendo una sopa enlatada y me acabo de acordar que hacía mucho que no comía sopas enlatadas. Y que no puedes vivir solamente de amor o ilusiones o tremendas estupideces así.

arte

cuando llegué al D.F. no sabía cocinar ni las quesadillas, los huevos, el arroz y el espaguetti que tan bien me quedan hoy, así que sobrevivía casi exclusivamente de productos enlatados o secos, a los que solamente les agregas agua. A veces tenía suficientes fondos para pagar los 23 pesos que costaba una comida corrida en la cafetería de la facultad (que para mí eran una fortuna, y entonces si te encontrabas algún pelo entre tus tortitas de espinacas se lo quitabas y ya), a veces nada más me alcanzaba para unos tacos de canasta, de 3 x 5 (jugarse la vida por tres tacos), a veces no teníamos nada y teníamos que ir a las taquerías de fuera del metro a comer e irnos discretamente, sin pagar, o pagando sólo 5 tacos de como 15 (para la fama de lacras que tienen los chilangos, es admirable la ingenuidad de los taqueros que te cobran basándose exclusivamente en la respuesta que les das cuando te preguntan "¿cuántos fueron joven?)", pero la mayoría de las veces, comía sopas, chilaquiles, cremas instantáneas y ensaladas enlatadas de atún. Muy ricas todas, pero que me dejaban con un hambre horrible, que se acrecentaba si se toma en cuenta que, dada la peligrosa cercanía de mix up a mi casa y de los múltiples puestos de música alternativa y pirata, libros, etc. que había afuera de filos, me gastaba casi toda mi semana en discos y cosas, pues, poco esenciales.

"ya no tengo dinero... es que me compre un disco de Fobia o San Pascualito Rey o algo así y... (sí, sí, no sé mentir)"

"(con tono amoroso) ah, pues dale una mordida al disco hijo"

entonces, a veces, simplemente no había comida y tenía que salirme a caminar hasta que se me olvidara el hambre, o ir al súper a ver si había muestras gratis. No se preocupen, casi siempre encontraba. Abundantes.

cuando me fui a Guadalajara a estudiar Comunicación por primera vez, aprendí a diversificar mi dieta: aunque parezca que no, hay gran variedad de productos enlatados e instantáneos: están las cremas que están en polvo y las que te venden en tetrapack o en lata; hay ensaladas enlatadas de atún, pollo, salmón y hasta guajolote, aunque todas saben a atún pero sé que no son porque tienen colores diferentes, y hay chilaquiles que se preparaban como sopas maruchan. Las que más me gustaban, por mucho, eran las cremas: a la mayoría además de agua les tienes que poner leche, lo que les da una consistencia deliciosa y crea mucho mejor que cualquier otro platillo de esos, la ilusión de que te estás alimentando con comida real. Sobre todo si les echas pedazos de pan bimbo o bolillo.

no mucho tiempo después, aprendí a cocinar huevos en sus múltiples presentaciones, y últimamente hasta he estado comiendo fruta, así que mi dieta, aunque sigue siendo no tan buena, ya es mejor. Pero eso de comer diario comidas corridas como lo he hecho, que aunque son muy nutritivas y completas, te deja sin dinero para ir al cine, comprar películas o discos y en fin, cosas esenciales. Así que ahora, hoy por lo menos y durante la próxima semana, volveré a las comidas enlatadas e instantáneas, hasta que me vuelva a enamorar o aprenda a cocinar.