4 de marzo de 2011

No soy un soñador nena

"lo siento, no soy un astronauta, ni fui bombero ("odio las matemáticas y jamás he hecho ejercicio en mi vida"), ni escribo poesía a la que luego le pongo música y hago canciones… todas las que te he enseñado son de Silvio Rodríguez, un gran trovador Cubano que estaba seguro jamás habrías escuchado, llena la cabeza como la tienes de Ska, Reggae, Soul & Blues… " me atrevo a confesar por fin, lleno de vergüenza.

"¿entonces qué eres?"

"no soy nada… soy un contador en una agencia funeraria a las afueras de la ciudad"

"¿qué no odiabas las matemáticas?"

"odio mi trabajo", le aclaro y me detengo un poco para relfexionar, para ordenar las palabras que estoy a punto de decir. "No soy un soñador nena, te mentí, la verdad es que me rendí cuando tenía 15 años y entré al bachillerato de ciencias exactas con la mira puesta en una lucrativa carrera en administración; dejé los libros, arrumbé mi guitarra en el ático y dejé de soñar contigo.

hasta hace dos meses, cuando te conocí y me di cuenta que bajo ninguna circunstancia podía perderte e inventé tantas cosas absurdas sobre mi vida...

pero la verdad es que cuando no estoy soñando contigo estoy soñando con las cuentas pendientes de los dolientes, a los que comenzamos a cobrar y llamar agresivamente sólo cuando ya pasaron dos meses y no dan signos de cubrir su deuda, en deferencia al dolor y a su tragedia. Es patético, lo sé muy bien, y sabía también que no me perdonarías jamás ser alguien tan ordinario.

alguien que no tocara la batería en una banda, que no escribe la mejor poesía en su clase de literatura, alguien que no toma fotos granuladas de bandas independientes y drogadictos a media luz, alguien que no pierde las llaves en su desmadre de libros y revistas de Escultura, Pintura e Historia. Por eso inventé algo que no soy yo para que no te largaras con tus tatuajes y tu sonrisa a otra parte, con alguien capaz de hacerte feliz, capaz de bajarte las estrellas sin necesidad de subirse a un transbordador espacial" Y me preparé para decirle adiós, me fajé bien el pantalón y le di un último trago a mi cerveza, medio llena... dramáticamente.

es que siempre hago estos ridículos tan grandes cuando abro mi corazón, como en la secundaria, nena.