21 de noviembre de 2011

lo que hizo el burócrata en la realidad alterna, y como fue que se presentó una oportunidad para regresar a su mundo.

no sé porque nunca la noté hasta esa mañana. Sería porque eran las siete y media y yo nunca llego tan temprano a la oficina. Estaba detrás de la ventana de recepción de documentos para la renovación del seguro, partiendo en dos un aguacate con deliciosa torpeza para ponerle algunas rebanadas a su rica torta de queso de puerco; los vasos con crema y el de salsa de aceite a un lado. Frente a ella, sólo separados por el vidrio, una desesperada y malhumorada fila de por lo menos 50 personas, esperaban con sus copias incompletas en las manos para ser atendidas. Ni siquiera se había preocupado por cerrar la persiana.

me gustó instantáneamente. Como cuando probé el helado de chocolate a los 5 años.

no pude dejar de verla cada mañana e ir a platicar con ella mientras la gente se iba formando para hacer sus trámites, antes de que empezara su turno y después una media hora más, porque generalmente la plática estaba muy buena como para terminarla tan pronto. Procurábamos salir unos cuarenta y cinco minutos antes de la salida oficial, para alcanzar postre en la cocina económica de Doña Esmeralda a donde siempre íbamos a comer juntos.

le gustaban la música de banda y las novelas y me enseñó a bailar pegadito a ella. Nunca lo hice muy bien pero después de dos meses ya lo hacía aceptablemente. Mariana era una maestra excelente. Y nunca se le caían los lentes. Sólo se los quitaba cuando nos besábamos o para hacer el amor.

con ella nunca fue coger, siempre fue hacer el amor. Ya fuera que lo hicieramos en el escritorio, encima del mostrador de recepción o en su obsesivamente ordenado cuarto en la casa que compartía con sus dos primas gemelas horrendas, Elsa y Josefina.

***

ella es, quizá, lo único que extraño de esa realidad alterna.

en este mundo nunca he hecho demasiado deporte, me he dedicado solamente a mi aburrido trabajo y a tomar cerveza con mis amigos de la oficina en el bar de siempre. Soy un burócrata dedicado que ama su tiempo libre. Pero ahí, sentía la necesidad incontenible de estar haciendo siempre algo para pasar el tiempo, además de mi trabajo y la relación loca y llena de pasión desenfrenada que tenía con Mariana (no no, si les contara todos los detalles… uuuy no).

así que siempre, después de despertar, me dedicaba a correr. Compré unos tenis adecuados en la tienda deportiva y corrí todas y cada una de las mañanas que pasé viviendo en ese mundo, siempre que no hubiera contingencia ambiental de zombies o ataque de monstruo gigante. Godzilla u otro.

a los seis meses de haber llegado ya tenía una condición física envidiable.

al año corría maratones con regularidad y estaba pensando en participar en un triatlón. Casi estaba seguro de que amaba a Mariana y ya ni pensaba tanto en la mesera de la cantina cuando sucedió algo que, posiblemente, me podría traer de regreso a este mundo y me vi en la necesidad de tener que tomar una decisión: aprovechaba la coyuntura o me quedaba para siempre en ese mundo donde, si bien me iba muy bien, la verdad es que nunca sentí como totalmente mío. Me sentía siempre por lo menos un poco extranjero.

***

la razón porque en ese mundo había tantos adelantos tecnológicos que en el nuestro apenas hemos soñado, además de monstruos gigantes y otras calamidades, era porque en esa realidad, Henry Cavendish, el más grande genio de la historia, en lugar de llevarse a la tumba sus descubrimientos revolucionarios (como la electricidad, entre otros), había sido capaz de vencer sus enfermedades mentales y excentricidades y les había dado difusión. Adelantando así en poco más de un siglo el avance tecnológico de su civilización con respecto a la nuestra. Resultado de este desenfrenado progreso había sido Godzilla: la experimentación indiscriminada con la energía nuclear y la fusión fría habían creado abominaciones en la naturaleza. Godzilla, el ejemplo más claro junto con la lluvia ácida imposible de pronosticar que a veces producía zombies y a veces no (si llovía, era obligatorio siempre usar impermeable y respirar a través de una mascarilla especial).

lo que si nadie tenía ni idea de donde venían eran todos los enemigos que tenía este lagarto gigante (que a veces era un aliado de la humanidad y a veces su terrible azote). Algunos eran producto de los mismos experimentos que lo habían engendrado, pero la gran mayoría venían o de las entrañas de la tierra o del espacio exterior y nadie sabía como ni por qué demonios tenían que llegar al mundo a ocasionar sus desmanes. Sobre todo porque no venían a nada, más que a pelearse con Godzilla. No querían ni recursos naturales ni dominar la civilización ni nada, nomás venían a pelear y punto. Para después regresarse por donde vinieron una vez que nuestro monstruo favorito les había pateado, una vez más, el trasero.

era gracias a uno de estos eventos que posiblemente yo podría regresar a casa. Se habían detectado de camino a la tierra a todos los enemigos de Godzilla. Calculando su trayectoría se determinó que cada monstruo extra e intraterrestre emergería o aterrizaría en una metrópóli diferente.

por eso fue que una comisión especial de notables había sido despachada urgentemente a la isla volcánica de la Antártica donde a cuyas faldas y en un bloque de hielo, descansaba en perfecto estado de hibernación nuestro anti-héroe improbable favorito, siempre que no estaba activo.

generalmente despertaba él solo en el momento que él decidía. Pero esta vez los atacantes estaban a punto de llegar y no se veía signo alguno de que el monstruo quisiera despertar, así que había que hacer algo.

***

"batallas muy espectaculares suceden de vez en cuando. Son tan grandes que rompen momentáneamente la fábrica de la realidad y causan disturbios en muchísimas otras dimensiones. Así fue, seguramente, como llegaste tú". Me explicó una vez Mariana.

así que esta batalla, se pronosticaba, sería la más espectacular de todas y seguramente volvería a provocar una ruptura en la realidad y yo, con un poco de suerte, podría volver a casa. Si era lo que en verdad quería. Pero aún no lo sabía.

Mariana no me acompañaría, fue lo primero que me dijo el día que se lo pedí. Al día siguiente no le recibió los papeles a nadie y no hubo una sola persona que no tuviera que regresarse a traer las copias que le faltaban o el sello inexistente que nadie les había explicado que tenían que traer en primer lugar.

y mientras, los monstruos se acercaban más y más a la tierra y Mariana se alejaba cada día más de mí, y yo comenzaba a extrañar más y más mi cantina favorita.

No hay comentarios.: