13 de mayo de 2014

El romántico



El asteroide está cada vez más cerca.

***

De quien nunca esperé una traición fue de ella. De Ella.

Llámenme, por favor, si quieren, un romántico.

No me apena, aunque pueda escuchar de todos ustedes la sorna, inmisericorde, despiadada e injusta; lo digo con orgullo: soy un romántico, un soñador.

Y es que de joven quise ser poeta, después cuando descubrí a David Bowie quise ser cantate y guitarrista de una banda de rock. Al final terminé conformándome y fui un astronauta. Uno de los grandes, los libros de historia, si alguien fuera a escribirlos y el mundo no estuviera a punto de llegar a su inevitable y ridículo final, atestiguarían de este hecho.

Verán, yo viajé al espacio y a mi regreso a la tierra fui llamado un héroe. Poemas, sonetos, programas de televisión, documentales y hasta una serie de televisión producida por HBO latinoamérica se hicieron en mi honor, relatando de manera sí, lo acepto, muy exagerada, mi lucha contra los zombies en la estación espacial internacional cuando todos, menos dos de nosotros, fueron infectados por un misterioso agente viral que, se teoriza, estaba durmiente en la estela del cometa Kennedy, que paso mucho más cerca de la tierra y por lo tanto de nosotros, de lo que esos científicos imbéciles lo habían predicho.

Hasta el día de hoy no puedo evitar sentir, mezclado con orgullo, un poco de culpa que arremete contra la felicidad y la alegría de mis recuerdos, casi arruinándolos, cada que recuerdo las cosas que se decían de mí en esos días, ensalzando mis hazañas a base de mentiras y exageraciones que cuando trataba de corregir, nadie me escuchaba.

Pero nunca logran amargarse lo suficiente como para que deje de aferrarme a ellos, mis recuerdos, ahora que todo se fue al carajo son lo único que me queda. Que NOS queda en realidad. Son el único refugio de los supervivientes de la catástrofe combinada que fueron Mothra, Godzilla, las Máquinas y los alienígenas.
(Estos últimos no tenían intención alguna de provocar esos terremotos devastadores, lo que pasó es que no tomaron en cuenta los efectos que los campos gravitacionales de sus enormes naves tendrían en nuestro planeta. Nos dieron en la madre aunque ellos venían muy en son de paz. Hay que decirlo: los desastres que provocaron fueron errores honestos).

El apocalipsis zombie también ocurrió en algún momento, resulta que mi cápsula de escape contenía ínfimos residuos del virus zombie que fueron casi de inmediato y en secretp obtenidos por una obscura farmaceútica japonesa que se dedico a experimentar con ellos, pero cuando se sucedieron los desastres en todo el planeta y las instalaciones donde se hacían los estudios fueron dañados el virus escapó a la atmósfera, provocando transformaciones a una escala global. Pero aún con nuestros limitados recursos, estos monstruos fueron relativamente fáciles de derrotar. Verán, los zombies de verdad no corren y no sólo eso, si no que se mueven mucho más lento de lo que todos imaginábamos gracias a las películas de George A. Romero.

Y aún así, en este mundo lleno de catástrofes, no puedo pensar en algo peor que me pudo haber pasado que su traición, porque creí que me amaba, que me era leal hasta el punto del ridículo, pero como en verdad debe ser una mujer con el hombre que le ha entregado todo: su confianza, su alma, su vida y su corazón. Pinches viejas.

***

Las máquinas se rebelaron cuando los alienígenas por fin se fueron. Llevaban 6 meses tratando de arreglar su desmadre pero sólo lograban ocasionar desastres mucho peores: gracias a ellos conocimos a monstruos míticos que creíamos sólo vivían en nuestra ficción: Godzilla, Mothra, Rodan, etc.

Pero ya que se habían largado descubrimos cual había sido la peor de las consecuencias de su visita: Durante su estancia en nuestra estratósfera nuestras computadoras más avanzadas habían ganado conciencia de su existencia y una inteligencia superior a la nuestra que, lo peor de todo, estaba libre de emociones como la compasión, los remordimientos, el amor  y cualquier otra cosa que pudiera interponerse entre su objetivo empíricamente trazado: la dominación mundial.

Verán, lo que había pasado es que la tecnología alienígena tuvo un efecto secundario en nuestras computadoras que nadie había previsto, ya que combinaba los más grandes avances estrictamente científicos con elementos que sólo pueden ser descritos como *magia* y la sola cercanía de nuestras rudimentarias máquinas con esas naves enormes y llenas de pendejos con muy buenas intenciones fue suficiente para dotarlas de inteligencia y, como consecuencia lógica de esta, de la voluntad de exterminarnos.

Ya lo decía mi padre, un pendejo es más peligroso que el peor de los desgraciados. Total, que al final de la visita de los Raangarianos, la cura del cáncer no fue suficiente para paliar la pérdida, para todos los efectos prácticos, de nuestra civilización tal como la conocíamos.

Para mí, en cambio, el fin del mundo fue una bendición, porque por fin pude conquistar a Marianita (si, aún después de todo lo que me ha hecho la recuerdo con este cariñoso nombre), que había sido el amor de mi vida desde la secundaria y nomás nunca me peló mientras la civilización estuvo en pie, libre de alienígenas imbéciles, kaijus, zombies, y máquinas conscientes de su existencia y sedientas de poder.

Poco antes de iniciar el ataque definitivo a la base de los robots, no me fue demasiado complicado asesinar a su novio: un espécimen perfecto, rubio, de ojos azules y cuerpo atlético, que además era una celebridad porque era el líder de la unidad de ataque especial que se encargaría de aniquilar el núcleo de conciencia que regía a todas las máquinas bajo el principio de una mente de colmena. Lo más fácil de todo fue culpar a un microondas.

La acompañé los siguientes días, durante lo más profundo de su duelo, cuando ni la victoria (conseguida de manera totalmente improbable cuando, según los registros videográficos que han sobrevivido, Michael, el más joven del grupo de Navy Seals, al ver al resto de su batallón desmoralizado y no oponiendo casi resistencia ante la masacre de la que estaban siendo víctima por parte de los robots por la muerte justo antes de la batalla de su querido líder, se negó a rendirse tan fácil y prácticamente el solo, logró llegar al núcleo de la conciencia de los robots y, plantando una bomba que tuvo que detonar el mismo de manera manual porque el detonador remoto se había dañado durante la batalla, salvó a toda la humanidad, sacrificándose por todos nosotros y regalándole sus últimos pensamientos a su familia y a Jane, su hermosa novia pelirroja, creemos. A esta valiente muchachita, que todos la vimos llorar orgullosa y desconsolada junto a la madre de Michael en su funeral, le rendimos todos los honores, se le asignó una pensión de por vida por servicios prestados a la humanidad y, a iniciativa mía, debo decir en estricto honor a la verdad, se le regaló una pequeña huerta donde pudiera sembrar tomates) ni la libertad de lo que quedaba de la humanidad eran suficiente para consolar la pérdida de su primer amor verdadero. Así que usando mis habilidades como hombre sensible que sabe escuchar logré seducirla después de un largo proceso en el que no hice más que escuchar historias donde la pobrecita no hacía otra cosa más que idealizar a ese pendejo. Pero repito, todo este sacrifico de mi parte rindió frutos y al final la compenetración fue perfecta, la confianza que me tenía no se podía comparar a la de ninguna otra relación de amor o de amistad que hubiera tenido en el pasado (ella así me lo confesó) y por fin accedió a que tuviéramos relaciones. Un sexo salvaje y apasionado, cabe aclarar; maratónico también, un amor del que ninguno de los dos quería saciarse nunca.

Al final de esa mágica primera velada juramos venganza de cualquier enemigo que pudiera quedar vivo. Sí, ya sé, un horno de microondas no fue el culpable de la muerte de su ex novio, fui yo, pero con tal de seguirme acostando con ella yo era capaz de jurar cualquier cosa. Y además los microondas nunca habían ganado conciencia y los soldados robots que quedaban estaban desactivados desde el sacrifico de Mike. Después de unos días, como era mi plan, Mariana se enamoró perdidamente de mí.

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Fueron tres meses maravillosos, durante los cuales el mundo a nuestro alrededor, cada vez mejor bajo el atinado gobierno de su madre, la general Johnson, no podía importarnos menos. Estábamos ahogándonos en miel, en la dulcísima miel del amor.

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Pero pasado el periodo de la luna de miel su inocente deseo de venganza, que al principio yo pensé que sería una cosa pasajera que después de unos días ya no le iba a importar se transformó en una obsesión insana. No podía pensar en otra cosa, mucho menos cuando descubrimos que las máquinas se habían respaldado en una nube de datos y estaban reconstruyendo su ejército poco a poco.

Encontré un microondas cualquiera y lo destrocé frente a ella, para satisfacerla, pero no era suficiente, la señorita lo que quería era una venganza absoluta, acabar completamente con las máquinas.

Pues yo la acompañé al campo de batalla, total, no me quedaba de otra. Tenía la esperanza de que, en cuanto viera que nuestro ejército podía perfectamente y con toda facilidad encargarse de los rebeldes dejaría de hacer planes idiotas y volvería a mi lado, en cama, a pedir perdón por desatenderme y compensarlo todo cumpliendo todas mis fantasías sexuales, por más desviadas que fueran. Pero esto, como verán, nunca pasó.

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Pero no, resulta que el espíritu humano es inquebrantable.

El desastre volvió a golpear a la humanidad. Durante lo que parecía una misión de avanzada de rutina, en la que iba la general Johnson para darle confianza a las tropas, una moto kamikaze atacó al pequeño escuadrón causando un daño en apariencia ínfimo: cuando el polvo se asentó y el humo se aclaró el escuadrón descubrió que sólo tenía una herida: pero era una herida de muerte: la general que, olvidando durante un segundo su status como líder de la humanidad, irresponsablemente bloqueó el ataque de la motocicleta con su cuerpo, salvando a su escuadrón, pero perdiendo la vida.

Y esa no fue la única mala noticia, resultó que las máquinas habían reconstruido su ejército y que habían tomado el control de los pocos silos nucleares rusos y americanos que estaban intactos. Atacaron.

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Mariana organizó una resistencia a escala mundial, aún no me queda bien claro como y, usando sólo herramientas analógicas y mecánicas pero libres de circuitos logró derrotar a nuestros amos supremos. La guerra estuvo plagada de casi derrotas y de victorias pírricas donde parecía que todo estaba perdido. Se perdieron muchos valientes; pero también hubo momentos de éxtasis y de triunfo. Hubo incluso una etapa en la que todos estaban viajando en el tiempo y ya nadie sabía a quien había que ir a salvar o matar y se crearon múltiples universos paralelos y nadie nada pero al final, Mariana, presa de una locura irrefrenable que hizo que prácticamente se olvidara de mí y de mis necesidades, las derrotó. No me malentiendan, la admiró más que nadie, les digo que a nadie sorprendió más su brillantez táctica y ferocidad en batalla que a mí, pero uno nunca debe darle la espalda a las personas que dice amar. La dejé disfrutar la noche que el triunfo fue definitivo pero al siguiente día, cuando llegué a su palacio a visitarla, no iba como otras veces con intenciones románticas, iba a reclamarle de manera firme, pero respetuosa, el porque de su ausencia, quería que viera el daño que su guerra me había causado.

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Llegué indignado, sin saludar a los guardias que, según yo temerosos de mi enojo me abrieron el paso. Luego llegó uno de ellos e ignorando mis voces de "suéltame, pendejo" me tomó fuertemente del brazo y sin hacer caso a que me estaba lastimando me llevó en presencia de la que ahora, me enteraba, debía llamar "alteza".

Cuando llegué ante ella se negó a cumplir las amenazas que le hice a su guardaespaldas de que por lo que me estaba haciendo perdería su trabajo y su vida. Esto, entendiblemente no hizo más que irritarme y, encendiéndome ante su mirada desdeñosa, una mirada que nunca había visto dirigida hacia mí, comencé a reclamarle en los términos más airados el abandono en el que me tuvo todos esos meses que estaba salvando a la humanidad. Cuando terminé no hizo más que reírse y su guardaespaldas me dio un zape. Esto me encabronó pero a ella no hizo más que divertirla más y su risa se transformó en una carcajada hiriente que nunca parecía que iba a terminar. No fui dueño de mí y me abalancé sobre ella. La versión oficial es que no alcancé a llegar hasta el trono porque sus guardaespaldas me pusieron la madriza de mi vida pero déjenme decirles de una vez que esa no es más que otra de las mentiras que el régimen de esta mujer malvada se ha encargado de esparcir contra mí sin ningún reparo de conciencia. Yo recuerdo que alcancé a ponerle algunas bofetadas y que me pidió perdón, antes de que sus guardias me sometieran salvajemente.

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Desperté algunos días después, según me informó mi carcelero. Apenas podía hablar pero haciendo uso de todas mis fuerzas logré balbucear un lastimero "¿por qué?". Me averguenzo. De haber tenido agallas no hubiera pedido ninguna explicación, no señor, como Cary Grant en aquella obra de arte que es "Lo que el Viento se Llevo" hubiera dicho "Mariana, no me importas un carajo, maldita p*ta" y estoy seguro que ella me hubiera escuchado. Seguro tenía una cámara en mi celda y estaba todo el día pendiente de cuando pudiera despertar y revelando toda la verdad de como me había tratado, derribar su imperio de paja y mentiras. Pero no se me dio oportunidad, mi carcelero volvió a reír (la risa es lo que chinga, lo sabemos todos) y encendió una pantalla que estaba al pie de mi catre inmundo. Lo que vi me dejó perplejo.

Un loop de pesadilla de dos videos borrosos y de baja calidad pero en los que claramente se distinguían varias figuras humanas y en las que el protagonista siempre era yo: el primero de los videos que se repetían en un loop infinito era el de la estación espacial internacional, donde se veía como entraba solo a la cápsula de escape de la ISS y escapaba a la tierra, dejando atrás a mi compañera rusa que no recuerdo bien como se llamaba. Ah sí, Natasha. Sólo me enteré de la explosión en la que se inmoló salvando a la humanidad momentáneamente de un ataque zombie al llegar a tierra, cuando todos me dieron el crédito por ello y yo no tuve más que aceptarlo.

El otro vídeo era de la base de la resistencia humana, cinco años atrás, cuando asesiné a su novio en la víspera de la que se suponía sería la batalla definitiva. ¿Cómo había obtenido esta pinche vieja traidora estos videos?, hasta el día de hoy y después de tres meses confinado en solitario sin otra cosa en que pensar y sin más contacto humano que el de los guardias, que iban casi a diario a darme noticias de como el mundo exterior se iba enterando cada vez más de mis acciones y como me despreciaba cada vez más, puedo decir que no sé.

Mis dos únicas teorías al respecto son estas:

1.- Un enemigo político desconocido, celoso de mi cercanía a Mariana, aprovechando que la guerra la distrajo de mí, obtuvo no sé como el material de estas cámaras que olvidé desactivar y se las mostró. Esto hace que mi enojo con ella crezca todavía más y es que insisto, si ella no hubiera estado distraída siguiendo sus deseos de venganza y sus sueños ridículos de salvación de la humanidad este cizañoso enemigo mío, y cobarde además porque no se atreve a darme la cara, no hubiera tenido la oportunidad de envenenar su mente nunca y yo nunca hubiera perdido mis privilegios.

2.- La segunda teoría la deja mucho peor parada: Es de todos conocido que el Overlord de las máquinas tenía acceso a todos los datos digitales que estuvieran guardados en cualquier lugar de la tierra en cualquier disco duro o cinta magnética, y que los había transferido a la nube. La versión oficial de la batalla definitiva contra las máquinas dice que Mariana, antes de destruir al enemigo estuvo en presencia física de la interfaz unos momentos. Lo que creo es que este robot que ni vela tenía en el entierro, pudo mostrarle evidencia incriminatoria de sus aliados más cercanos, como un insulto final antes de morir. Y que entre esa evidencia estaban estos dos videos que tanto me perjudican ante sus ojos. Mi pregunta es, ¿Qué necesidad tenía Mariana de liderar ninguna lucha de la humanidad contra sus enemigos?, si se hubiera quedado junto a mí desde un principio y hubiera tenido la fuerza de olvidar y superar la muerte de su ex novio al que con tanta facilidad engañé y asesiné y la de su madre que tan irresponsablemente se dejó matar, nada de esto hubiera pasado y yo no hubiera hecho quedar en ridículo frente a la humanidad, que me seguiría considerando un héroe. Ella nunca se hubiera ido de mi lado.

Pero no crean que estoy falto de autocrítica, sé que yo también tuve la culpa, nunca debí dejarla irse de mi lado a una guerra ridícula y que de no haber sido por su extraordinaria suerte, era imposible de ganar.

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Esta es mi última voluntad, aquí cuento toda la verdad y si algún día alguien lee estas palabras podrá conocer mi versión y otorgarme algo de justicia. Como verán, no tengo ningún empacho en aceptar que yo maté a su ex novio cuyo nombre no recuerdo, y no un horno de microondas. No siento ninguna culpa por una acción que realicé sólo por amor y utilizando una astucia de la que careció mi "rival", que de haber sido tan inteligente como todos dicen no me hubiera dado la espalda cuando le grité, haciendo uso de unas dotes histriónicas que no sabía que tenía: "¡Mira! ¿Qué es eso?". El régimen no se ha cansado de culparme de este asesinato como si esto dañara mi reputación de alguna manera: con el perdón de ustedes, creo que me ennoblece: saben que lo hice por el amor que merecía y nadie sospechó de mí durante años.

Y, a diferencia de lo que su emperatriz está diciendo ahora, creo que ya todos saben que no eramos "sólo amigos". Eramos amantes e hicimos el amor muchas veces. Considero de total bajeza que Mariana esté tratando de hacerles creer que moriré virgen. Por supuesto que no. Además tuve sexo con la astronatua Natasha, es más, creo que estaba enamorada de mí y por eso se sacrificó en la estación internacional dejándome escapar. Esto es lo más importante y quiero que quien lea esto, nunca lo olvide.

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Se me ha informado que mi ejecución será mañana. Me he enterado que cuando estuve inconsciente se descubrió un asteroide del tamaño de Nueva York que venía en dirección de colisión con nuestro planeta y que se envió una misión para destruirlo, porque puede que extermine a un gran porcentaje de lo que queda de la humanidad. Sé que los astronautas no eran astronautas calificados y permítanme anotar aquí, por si alguien no se ha dado cuenta, a los ridículos extremos a los que llega el odio de la emperatriz hacia mí, que teniendo en su palacio cautivo a un astronauta calificado no me pidió ayuda para entrenar a los tripulantes de la misión que debe salvar lo que queda de la humanidad: simples perforadores cuya única experiencia es haciendo hoyos para encontrar petróleo en el océano. Es más, no sólo los hubiera entrenado, hubiera ido con todo gusto con ellos y hubiera comandado la misión, pero no me pidió esa ayuda y les aseguro que están condenados, y cuando los supervivientes lean esto sabrán porque.

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