29 de mayo de 2014

Reporte de la casa de subastas alienígena sobre la subasta de los objetos robados del planeta tierra. (Varias pinturas y escritos de grandes autores adquiridos durante la 4ta. expedición de investigación en el año de -ilegible, pero podemos suponer que un año de los 60's-.)



Se subastan dibujos y poemas.

Antes de empezar, les queremos hacer una advertencia: los dibujantes, los poetas y los cantantes, estaban todos locos.

Se reunían todas las semanas a conspirar sobre temas como el amor, la seducción a través de las palabras y cual sería la manera más eficiente de alcanzar la inmortalidad. Detestaban a los críticos pero muchos los invitaban a sus casas y a estas mismas reuniones porque sabían que era conveniente estar en buenos términos con ellos aunque algunos, sobre todo los más veteranos, ni siquiera se molestaran en leer sus cuentos o poesías, o en escuchar las canciones poniendo la más mínima atención a la letra.

Se cree que el motivo de estás reuniones semanales era definir el rumbo que tendrían los sentimientos de la raza humana con sus creaciones.

Los más grandes de estos conspiradores, los líderes indiscutibles aunque nunca formalmente declarados (la sociedad era nominalmente de puros iguales, sin rangos ni jerarquías definidas en documento alguno); los más perversos, dirán algunos, los más brillantes, dirán otros, eran los escritores latinoamericanos y, tal vez un peldaño más arriba, los miembros de Los Beatles.

Haciendo uso de la pluma y de las notas musicales regían con puño de hierro sobre los sentimientos de la raza humana; de los fanáticos que los escuchaban religiosamente y los tomaban como una guía de como debían sentir, enamorarse, extrañar, y de como recoger o no recoger los pedazos de sus corazones cuando estos eran rotos por enésima vez.

Nadie nunca se les opuso, nadie lo intentó. De nuevo se especula que esta falta de resistencia se debía a que los habitantes del planeta tierra sabían en el fondo que toda oposición era fútil y absurda.

Los soñadores fueron los primeros en rendirse, desamparados como estaban ante la fría mirada de su amada: la princesa en turno de alguna nación escandinava, sudamericana o africana que no los pelaba porque, bueno, los soñadores, sin importar cual sea su apariencia física, ingresos mensuales o título nobiliario (o falta de este) suelen ser siempre amantes arrebatados, un tanto infantiles y sobre todo imprudentes, que nunca saben que hacer cuando se enamoran y no son correspondidos, pero mucho menos cuando la susodicha comete el error estratégico de compartir esos sentimientos.

A estos tipos eran los que mentes maestras como John Lennon, Paul McCartney y Bob Dylan dominaban más fácil con sus letras, a los que los poetas dirigían a placer y a los que sus objetos de adoración ignoraban. Con toda justicia esto último, cabe decir, desde nuestro punto de vista enteramente científico.

Para concluir, nos gustaría decir sobre esta conspiración de los llamados artistas, pero que aquí llamaremos simplemente locos de atar, que no se pudo determinar nunca si las intenciones eran buenas, malas, o terribles, pero debemos suponer que seguramente eran esta última.

Es consenso general que una sociedad secreta que se reúne cada semana en un lugar también secreto a tomar té, comer bocadillos y hacia el final de la velada drogarse con sustancias tan duras como los llamados ácidos y las musas intocables, así como fotografías y demás recuerdos de sus amores perdidos o imposibles,  es algo que se ve muy mal y no puede ser bueno.

También cabe la posiblidad de que la megalomanía no estuviera presente como objetivo en estas reuniones, que estos locos de atar se juntaran con el simple objetivo de compartir su pasión y no de dirigir el mundo a través de sus númber one en el hit parade o su omnipresencia no siempre citada en las cartas de amor, pero ante esta ingenua e inocente especulación, sólo podemos responder con un viejo dicho que nuestros exploradores aprendieron también en este planeta: no hagan cosas buenas que parezcan malas, poetas.

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